¡De nueva cuenta una boda infantil!
En redes sociales se viralizó la unión simbólica entre dos niños de la comunidad de San Pedro Cuitlapa, en el municipio de Tlacoachistlahuaca, en la región de la Costa Chica de Guerrero.
El caso desató indignación entre los internautas, quienes no dan crédito a que unos niños de 13 y 14 años de edad hayan contraído matrimonio (aunque sin reconocimiento del Estado) el pasado domingo 4 de mayo ante varios invitados de la zona.
“Un aplauso a los padres de la novia, el señor Andrés Díazy a la señora Antonia García”, se escucha decir al sonido que fue contratado para amenizar el evento, mientras los dos menores de edad bailaban el vals.
Las imágenes del evento fueron duramente criticadas por usuarios de redes sociales, pues incluso de les ve besándose y en algunas fotografías “esposo” toma una cerveza, algo que no es permitido a menores de edad.
Los matrimonios infantiles en México son más frecuentes en las comunidades indígenas y rurales, que se rigen por usos y costumbres, donde se practican por motivos culturales, económicos o religiosos, lo que los hace un fenómeno normalizado.
De acuerdo con el Gobierno federal, los matrimonios infantiles vulneran los derechos humanos de las niñas, los niños y las/os adolescentes, especialmente de las niñas y adolescentes, que se ven despojadas de su edad y expuestas a mayores riesgos de violencia, embarazo precoz, abandono escolar y pobreza.
Sus expectativas económicas y de salud son menores que las de las niñas y adolescentes que no se casan, lo que a la larga se transmite a sus propias/os hijas/os y socava aún más la capacidad de un país para proporcionar servicios de salud y educativos de calidad.
Frecuentemente, el matrimonio infantil es el resultado de una arraigada desigualdad de género, lo cual afecta a las niñas y adolescentes de manera desproporcionada. A escala mundial, la tasa del matrimonio infantil de los niños varones equivale a tan solo una quinta parte de la de las niñas.