La feria

Sheinbaum y la autoridad para recaudar

Bajar los homicidios y otros delitos, sin activar la economía ni castigar los abusos de corrupción es una fórmula que no alcanza para legitimar al gobierno de Claudia Sheinbaum.

En términos genéricos, la inseguridad no ha sido factor en comicios recientes. Morena ganó la Presidencia a pesar de los “abrazos”, el PAN repitió en Guanajuato y, sin obstar los 1,800 asesinatos en un año, Rubén Rocha no parece en riesgo de salir del Palacio de Sinaloa.

Así que con todo lo que hay que reconocerle a Claudia Sheinbaum, su cambio de estrategia anticrimen y su esfuerzo para bajar las cifras de homicidios, que caerán, según el conteo oficial, en un tercio en un año, la fuerza política de la presidenta será probada por otros factores.

La más reciente encuesta de EL FINANCIERO confirma tanto la popularidad de la presidenta –arriba de cuando asumió el poder en octubre–, como una creciente preocupación por el manejo de la economía y de la corrupción.


El encuestador Alejandro Moreno presentó la semana pasada números que preocuparán en Palacio. Desde abril, en economía la presidenta ha caído 16 puntos porcentuales, y desde el mismo mes, su calificación negativa en corrupción escaló 21 puntos.

Corrupción y economía están ligados en un aspecto. La presidenta presentó este lunes en la Cámara de Diputados el Presupuesto y la Ley de Ingresos para 2026. El llamado Paquete Económico es clave para activar el crecimiento y esta vez contiene cargas extra en impuestos.

Las y los expertos en finanzas han detallado algunas de las imposiciones que prevé el plan gubernamental. Lo que no se ha subrayado es que la capacidad recaudatoria del régimen puede verse mermada por escándalos que exhiben la doble moral de morenistas.

Morena ha sido exitoso al promover que quienes más tienen, más deben pagar.

Desde 2018 se han cobrado impuestos a entes y personas a las que –diría la frase garciamarquiana– antes no se les cobraba.

Hay un debate sobre si el gobierno abusa de su fuerza al respecto, al litigar o reabrir casos que eran cosa juzgada, pero el obradorismo tuvo el sexenio pasado la capacidad de forzar a grandes empresas, y la nueva Corte tiene entre manos otros polémicos casos al respecto.

Sin embargo, siete años después y como lo muestra la encuesta de El Financiero, la imagen del gobierno que prometió ser diferente a los del pasado acusa desgaste.

Además, desde el inicio de su mandato, Claudia Sheinbaum está empeñada en recaudar más vía eficiencia en aduanas y combate a la corrupción en las mismas. Visto el escándalo de la Marina, lo segundo parece más difícil que lo primero, que ya es mucho decir.

Hay tres cosas que el régimen tiene que cuidar si quiere permanecer hegemónico (los servicios se dan por obvios): la seguridad, donde el “segundo piso” tiene de momento buenas cuentas; la economía y una mínima sensación de equidad en las oportunidades.

Con respecto al último tema los anteriores partidos tenían una moral elástica. Prometían cancha pareja, pero a lo que más llegaron era a reciclar élites de manera sexenal. Era la forma en que despresurizaban la frustración de quienes quedaban lejos del reparto.

La presidenta es cabeza de un movimiento que hasta ahora no quiso rotar sexenalmente. Creen que el mérito de haber llegado es de todos y se aferran a cargos o encargos. Y perpetuarse ha comenzado a probar el dicho de que mientras mayor, el poder corrompe más.

Los impuestos son, por definición, impopulares. Pero es la aprobación de la presidenta lo que le da una ventaja para hacerlos pasar sin mayor debate. Eso podría cambiar si la preocupación de la gente sobre la economía sigue creciendo a la par de la corrupción.

Bajar los homicidios (y otros delitos, si damos por buenas las estadísticas oficiales), sin activar la economía ni castigar los abusos de corrupción es una fórmula que no alcanza para legitimar al gobierno.

Por esos escándalos –por su recurrencia, vulgaridad e impunidad–, Claudia Sheinbaum vería comprometida su capacidad para recaudar, y de paso para impulsar la economía. Encima, por corruptelas que son protagonizadas por gente lejana a su entorno. Qué necesidad.

COLUMNAS ANTERIORES

Oposiciones, aprender de las derrotas
El Lemusplaining a Verónica Delgadillo

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.