Coordenadas

¿Quién salvará a las ventas navideñas?

Si las familias gastan guiadas por su expectativa personal, el cierre de año podría sorprender positivamente; pero si la incertidumbre macroeconómica se impone, las ventas podrían moderarse.

Estamos en la etapa del año en la que se multiplican las ventas de los comercios minoristas.

Noviembre y diciembre conforman la temporada más intensa para el consumo interno: en muchos giros, estos dos meses representan hasta una cuarta parte de las ventas anuales.

Tan solo el año pasado, el volumen combinado de este bimestre fue 15 por ciento superior al promedio del resto del año para todos los giros.


Cuando el desempeño es favorable, las ventas pueden empujar hacia arriba a una actividad económica que tiene un peso clave en el PIB. El dato es relevante: el comercio interno, en su conjunto, implica alrededor del 20 por ciento del valor generado en la economía.

Las cifras más recientes confirman que el motor del consumo sigue encendido, aunque no exento de señales mixtas.

La Encuesta a Establecimientos Comerciales del INEGI reportó en septiembre un crecimiento anual de 2.3 por ciento en las ventas minoristas, un ritmo modesto, pero consistente. A ello se suma que el indicador oportuno del consumo privado sugiere que en octubre se mantuvo esta tendencia, con un aumento de 2.2 por ciento anual. La trayectoria no es explosiva, pero muestra resiliencia pese al entorno de desaceleración.

Detrás de este desempeño hay varios factores que sostienen la capacidad de compra de los hogares.

El primero es el avance de la masa salarial real. Aunque el empleo formal del IMSS creció solo 0.8 por ciento anual en octubre, los salarios reales avanzaron 3.4 por ciento, lo que permitió que la masa salarial en conjunto aumentara 4.2 por ciento en términos reales. Es decir, aunque se generaron menos empleos, los ingresos de los puestos existentes tuvieron incrementos significativos.

Otro factor que alimenta la demanda es el crédito al consumo. De acuerdo con Banxico, en septiembre registró un crecimiento real de 9.1 por ciento, impulsado tanto por las tarjetas como por los créditos personales. Este dinamismo funciona como un alivio para financiar las compras de la temporada en un entorno de tasas aún elevadas.

A esto se añaden dos flujos constantes de liquidez: los programas sociales del gobierno federal —que se acercan al billón de pesos anuales— y las remesas, que superaron los 62 mil millones de dólares en los últimos 12 meses.

Ambos elementos son pilares para hogares de menores ingresos, quienes suelen destinar una mayor proporción de sus recursos al consumo local.

La inflación, por su parte, se mantiene en un margen aceptable de 3.61 por ciento en la primera quincena de noviembre, aunque aún por encima del objetivo puntual del Banco de México.

Con estos ingredientes, parecería que el cierre de 2025 podría superar el desempeño de la primera mitad del año. Sin embargo, el elemento decisivo será el estado de ánimo de los consumidores, pues sin confianza, incluso los ingresos crecientes no necesariamente se convierten en gasto.

Aquí aparece la principal señal de cautela: el Índice de Confianza del Consumidor disminuyó 3.2 puntos en octubre respecto al año anterior. No obstante, al interior del indicador existe una dualidad notable: la percepción sobre la situación del hogar y las expectativas personales se mantienen firmes, mientras que la visión sobre el entorno económico general es mucho más sombría.

Las cifras lo ilustran con claridad: la evaluación sobre la situación económica futura del hogar alcanzó 58.5 puntos, ubicándose claramente en el umbral del optimismo. En contraste, la perspectiva sobre la economía del país para los próximos 12 meses cayó hasta los 46.8 puntos. Son dos visiones que conviven, pero que tiran en direcciones opuestas.

Esa brecha —optimismo micro y pesimismo macro— será determinante en las próximas semanas.

Si las familias gastan guiadas por su expectativa personal, el cierre de año podría sorprender positivamente; pero si la incertidumbre macroeconómica se impone, las ventas podrían moderarse.

Para la economía mexicana, el escenario ideal —sin caer en el exceso de deuda— será que ese “optimismo del hogar” logre blindarse, al menos por unas semanas más, de la incertidumbre nacional.

El mejor escenario es que la confianza de puertas adentro sea la brújula que guíe, finalmente, nuestras decisiones de compra en este cierre de año.

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