¿Está Pemex en la ruta de superar su condición de empresa perdedora en 2027, como fue anticipado por el gobierno? ¿O seguirá requiriendo apoyos del gobierno federal todavía por muchos años?
Veamos lo que nos dicen las cifras financieras del tercer trimestre, que fueron reveladas hace un par días, respecto a esta perspectiva.
Pemex cerró el trimestre con un mensaje complicado: pierde menos que hace un año, pero tuvo una caída importante de sus ingresos.
La petrolera reportó una pérdida neta de 61.2 mil millones de pesos, (menos de 100 mil millones que hace un año) y una caída de 11% en ingresos totales, para llegar a 378.9 mil millones.
La “mejora” en sus pérdidas frente al año anterior proviene, sobre todo, de factores no operativos: una utilidad cambiaria que salvó la última línea, pero no corrigió el déficit del negocio. La prueba está en el resultado de operación: volvió a terreno negativo, a pesar de que Pemex Transformación Industrial (PTI) tuvo finalmente utilidades.
En producción, el bombeo de crudo promedió 1,648 mil barriles diarios, con un descenso anual de 6.6%. La declinación natural de campos y retrasos logísticos pesan más que los aportes de los nuevos desarrollos.
Paradójicamente, Pemex procesó más crudo: 1,009 mil barriles diarios. La refinería Olmeca (Dos Bocas) y la mayor continuidad del Sistema Nacional de Refinación empujaron el volumen, y la producción de petrolíferos creció 7.6%. Pero el crecimiento en refinación no garantiza rentabilidad, a pesar del resultado del trimestre.
Hay, además, señales inquietantes en el terreno ambiental. Las emisiones de CO₂ equivalente subieron 15.4% y las de metano 25%. El índice de aprovechamiento de gas bajó a 93%. No es un detalle: el metano es un bumerán reputacional y financiero que encarece el capital.
Si a eso sumamos la caída de 40.7% en la terminación de pozos de desarrollo y de 33.3% en exploración en lo que va del año, la pregunta se impone: ¿se está invirtiendo donde realmente rinde o estamos estirando equipos y presupuesto para sostener la narrativa de autosuficiencia?
Con este cuadro, los retos estratégicos pueden enlistarse:
1) Reconstruir la plataforma con barriles rentables. No se trata de “más pozos”, sino de seleccionar proyectos con menor declinación y ciclo corto para generar. Pemex necesita producción incremental que genere flujo, no resultados simbólicos.
2) Pasar de volumen a margen en refinación. Olmeca y Deer Park son activos relevantes, pero su contribución debe medirse en margen de refinación neto y en reducción del combustóleo, no solo en carga procesada. Sin conversión profunda y confiabilidad operativa, cada barril adicional refinado resta, no suma.
3) Un saneamiento financiero verificable. El trimestre recordó que la estabilidad no puede descansar en utilidades cambiarias o aportaciones extraordinarias. Hace falta un plan más agresivo de pagos a proveedores, pues el saldo volvió a crecer y un cronograma realista de desapalancamiento que reduzca el costo financiero.
4) Gobernanza y métricas públicas. Disponibilidad de plantas, factores de utilización, mermas energéticas, incidentes de seguridad industrial y tiempos de ciclo deben reportarse con consistencia. Sin transparencia, el mercado penaliza con prima de riesgo.
5) Cumplir la agenda ambiental. Reducir venteos y quema de gas no es una concesión: es la nueva condición para acceder a financiamiento competitivo y sostener relaciones comerciales.
6) Asignación de capital disciplinada. La caída de pozos completados sugiere tensiones internas: o faltan insumos, o falla la ejecución, o se dispersa el gasto. Hay que remediarlo.
Los resultados del 3T dejan, pues, una lección simple: Pemex no puede “operar su salida” del atolladero sin un viraje de calidad.
Producir más, sí; pero producir mejor. Refinar más, sí; pero con margen positivo y combustóleo a la baja. Capitalizarse, sí; pero con metas auditables que reduzcan la factura al contribuyente.
La ventana de precios relativamente estables y una demanda interna firme no durará para siempre. Si la empresa alinea ingeniería, finanzas y sustentabilidad —y rinde cuentas con métricas duras— puede estabilizar su trayectoria. Si no, seguiremos en la montaña rusa: un trimestre de alivio contable, otro de tropiezos operativos, y el mismo dilema de fondo.
Pemex es demasiado importante para el país como para gestionarse por inercia. Este trimestre lo confirma: el camino no es la épica, es la disciplina.
Veremos si pueden.