Cuando uno escucha los puntos de vista de algunos inversionistas extranjeros que visitan México y luego los contrasta con lo que dicen organizaciones empresariales o empresarios del país, pareciera que estamos hablando de dos países diferentes.
La semana pasada se realizó la reunión anual del North Capital Forum y la constante de las exposiciones de muchos de los participantes fue ponderar los atractivos de México como lugar donde invertir.
También estuvo la semana pasada una parte del equipo directivo del World Economic Forum, célebre por su reunión anual en Davos, y los puntos de vista expresados, entre ellos la entrevista que su presidente Børge Brende concedió a El Financiero, van en el mismo sentido.
Hablan de un país lleno de oportunidades en el que aún existen muchas tareas por realizar e incluso decisiones que corregir, pero al que, a su juicio, no le está yendo mal y al que le puede ir mucho mejor.
Se trata de juicios completamente diferentes de los que expresan la mayoría de las organizaciones empresariales mexicanas, que le ponen énfasis a temas como la inseguridad, tanto jurídica como física, además de múltiples temas como la corrupción, la falta de infraestructura o la burocracia, solo por citar unos cuantos ejemplos.
No se trata solamente de juicios diferentes.
Basados en las cifras preliminares de la Secretaría de Economía, en el primer semestre de este año la inversión extranjera directa creció en 10 por ciento respecto al mismo periodo de 2024.
Pero, la inversión privada total, en la cual la mexicana es la abrumadora mayoría, cayó en -6.9 por ciento para el mismo comparativo.
Estos datos comprueban que no se trata exclusivamente de una divergencia de opiniones sino de dos perspectivas que conducen a decisiones diferentes.
Preciso que ni todos los extranjeros son optimistas ni todos los mexicanos pesimistas.
Y dentro de las visiones positivas y negativas, hay grados. No todo es blanco y negro, sino que hay diversos tonos de grises.
Pero ello no obsta para la existencia de la dicotomía de la que hablamos.
Quienes han seguido esta columna saben que hemos abordado este tema una y otra vez, en diversas coyunturas a lo largo de los años y en el contexto de diversas políticas.
Y las razones que explican las diferencias de visiones no han cambiado en lo sustancial.
Las enumero rápidamente para tenerlas presentes.
1-El ‘efecto bosque’ de los extranjeros. Los mexicanos tendemos a poner más atención en ‘el árbol’ que está frente a nosotros, sea el que sea. Puede ser la reforma judicial, los cambios en el amparo, los resultados electorales, y ponga un largo etcétera. Los extranjeros le ponen el acento a lo que se mira en una visión panorámica: la geografía, el perfil demográfico, la estabilidad política, etc.
2-Los horizontes temporales de cada uno. Los mexicanos nos concentramos más en el corto plazo; los extranjeros que invierten en el país tienden a mirar décadas hacia adelante.
3-El nivel de riesgo en el que incurren. Los extranjeros a veces tienen comprometidos en México porcentajes menores de sus activos por los que son más tolerantes al riesgo. Los mexicanos, en su mayoría tienen comprometido todo, así que juegan el 100 por ciento, lo que los hace más sensibles a los peligros.
4- El involucramiento emocional. Es diferente ver los toros desde la barrera que estar en la mitad del ruedo. Las visiones de los empresarios mexicanos están teñidas por la realidad de vivir el día a día en el país. Los extranjeros son más fríos y ven los factores objetivos, sin involucrarse emocionalmente.
¿Quién tiene la razón? Ninguno… o ambos.
Los empresarios mexicanos no pueden obviar el entorno inmediato. Los extranjeros tampoco pueden dejar de ver el panorama más amplio y el largo plazo.
Solo cuando las visiones de los dos tipos de inversionistas converjan, el país podría tener un boom de inversiones.
Realistamente, creo que, por lo pronto, las políticas públicas no van a permitir que los inversionistas nacionales cambien radicalmente su visión.
La apuesta del gobierno de Sheinbaum es, sobre todo, a la inversión extranjera. Si por efecto de las ventajas arancelarias y una exitosa renegociación del T-MEC, se le da un impulso, arrastrará también a la inversión local.
Más nos vale que la estrategia funcione.