Coordenadas

¿Alcanza la recaudación para el ritmo del gasto?

Los impuestos crecen con fuerza, pero el total de ingresos no despega al mismo paso porque los ingresos petroleros descienden fuertemente, mientras el costo financiero aprieta.

Ayer, la Secretaría de Hacienda presentó sus datos de finanzas públicas correspondientes al mes de agosto.

El corte al octavo mes de este año deja una foto nítida: los impuestos crecen con fuerza, pero el total de ingresos no despega al mismo paso porque los ingresos petroleros descienden fuertemente, mientras el costo financiero aprieta.

En números, los ingresos presupuestarios sumaron 5.38 billones de pesos, un aumento de 2.6% real anual; dentro de ellos, los ingresos tributarios alcanzaron 3.70 billones, con un avance real de 6.5%.


En contraste, los ingresos petroleros cayeron en -15.8% en términos reales en el mismo periodo.

Del lado del gasto, hay contención en términos reales, pero con rigideces.

El gasto neto pagado fue de 5.96 billones (-3.6% real respecto al 2024), aunque el costo financiero se elevó a 820.8 mil millones, un alza de 9.3% real.

Aun así, el sector público logró un superávit primario de 239.7 mil millones —señal de que los ingresos “antes de intereses” sí cubren el gasto programable—, pero no alcanzan para pagar los intereses por completo.

Por su parte, el déficit amplio (Requerimientos Financieros del Sector Público) ascendió a 709.5 mil millones de pesos, una mejora frente a 2024.

Es decir, el proceso de consolidación fiscal sigue su curso.

Para tener una imagen más precisa hay que hacer una radiografía de los ingresos.

El buen pulso del ISR y del IVA explica la aceleración tributaria; además, el IEPS ya no arrastra hacia abajo como en sucedió 2022-23.

Pero, el lado petrolero no acompaña: en el acumulado, Pemex aporta menos ingresos al sector público y eso resta tracción al agregado. El resultado es algo así como un “efecto dilución” que modera el crecimiento del ingreso total pese a la buena marcha del SAT.

¿Qué nos dicen estas cifras sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas, un tema que abordamos ayer? Son tres puntos.

1. Los ingresos sí alcanzan para conseguir un superávit primario. Esto confirma que, al ritmo actual, la recaudación más las fuentes no petroleras cubren el gasto programable y las transferencias. Esa es una buena noticia, porque reduce la necesidad de endeudamiento neto para gasto corriente y social.

2. Pero, el costo financiero muerde. Con un costo de la deuda creciendo a doble dígito real en parte del año y con tasas todavía altas, el pago de intereses se lleva una fracción creciente del presupuesto. Sin un descenso más marcado de tasas (o sin una mejora adicional del perfil de deuda), seguirá presionando el llamado balance económico.

3. El “talón” petrolero lastra. Mientras los ingresos petroleros no repunten —por producción contenida y precios menos boyantes—, el ingreso total difícilmente igualará el dinamismo de los tributarios. La conclusión práctica: la estabilidad fiscal depende cada vez más de la recaudación no petrolera y de preservar la eficiencia recaudatoria.

Hay que subrayar lo que comentamos antes: la consolidación fiscal sí avanza, quizás a trompicones, pero camina.

El déficit amplio (RFSP), reiteramos, al mes de agosto es menor que el del mismo lapso de 2024 y está 94 mil 600 millones debajo de lo previsto.

Pese a lo anterior, no hay holguras: parte del ajuste del gasto proviene de menor inversión física, y eso no es sostenible si se quiere elevar el crecimiento potencial.

La disciplina ha sido efectiva para contener el desequilibrio en 2025; otra cosa es corregirlo de raíz sin sacrificar inversión.

Entonces, a la pregunta de si alcanza la recaudación, la respuesta es… sí, pero con asteriscos.

alcanza la recaudación para sostener el gasto primario y evitar una brecha mayor, y hay una mejora del balance respecto a 2024.

No alcanza todavía para cubrir el interés de la deuda y compensar la debilidad petrolera sin exigir recortes en rubros sensibles o sin depender de mejores condiciones financieras.

Lo que se tiene que hacer hacia delante para que la sostenbilidad sea más sólida es de librito.

· Blindar la eficiencia del SAT (ampliación de base, fiscalización a rezagos, digitalización) para mantener crecimientos reales en torno a 5-6% al año sin subir tasas.

· Cuidar la calidad del gasto: proteger inversión productiva y revisar subsidios ineficientes, aunque sea impopular.

· Gestionar el costo financiero: alargar plazos, aprovechar ventanas de mercado y bajar gradualmente la carga de intereses conforme lo permitan las tasas.

· No apostar a ingresos extraordinarios no recurrentes, que pueden no darse.

En suma: el crecimiento de la recaudación por la vía del SAT está haciendo el trabajo pesado y ha evitado un desbalance mayor.

Pero si queremos realmente dar sustentabilidad a las finanzas públicas sih hacer por lo pronto una reforma fiscal, hará falta más crecimiento, mejor composición del gasto y una estrategia de deuda que reduzca que vaya reduciendo el peso del costo financiero.

Más vale que lo logremos.

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