Coordenadas

Las razones detrás del récord del peso

No es un destello aislado: detrás hay un movimiento más amplio en contra de la divisa estadounidense.

El tipo de cambio perforó, por primera vez en más de 14 meses, el umbral de 18.30 pesos por dólar. Aun sin operaciones locales por el feriado, en los cruces internacionales llegó a verse en 18.28. No es un destello aislado: detrás hay un movimiento más amplio en contra de la divisa estadounidense.

Desde su máximo del año, alcanzado el 13 de enero, el dólar se ha debilitado con fuerza: 12.2% a nivel global y 11.4% frente al peso. Esa marea explica mejor que cualquier otra cosa la apreciación reciente de nuestra moneda.

El catalizador inmediato es la expectativa de un recorte hoy en 25 puntos base de su tasa de referencia por parte de la Reserva Federal y, sobre todo, de que se prepare el terreno para otro ajuste antes de que termine 2025.

El mensaje que descuentan los mercados es nítido: el ciclo restrictivo va de salida y con él se diluye parte de la prima que sostuvo al billete verde.

Conviene ordenar el análisis. Del lado de Estados Unidos, el comportamiento del dólar responde a dos planos.

En el monetario, la Fed mantiene un rasgo singular entre los grandes bancos centrales: el doble mandato. Debe cuidar la inflación y, al mismo tiempo, el máximo empleo. Con la desaceleración de la creación de plazas y un ingreso real que pierde brío, el sesgo cambia e inclina la balanza hacia la relajación monetaria. Cuando el banco central de referencia del mundo afloja, baja el atractivo relativo de los activos en dólares.

En el plano fiscal, los números tampoco ayudan. El déficit federal cerraría este año en torno a 6.3% del PIB y la deuda pública supera ya 120% del PIB. Con tasas reales aún elevadas, financiar ese boquete implica emitir más y pagar más. El resultado es un costo creciente de la deuda y una percepción de riesgo soberano que, poco a poco, erosiona la demanda por dólares. No es sólo el tamaño: también la trayectoria de varios años con déficits altos mina la credibilidad de cualquier ancla fiscal.

A ese telón de fondo se suma una inquietud institucional: la independencia de la Fed. Las presiones políticas para abaratar el crédito, incluso cuando las condiciones piden prudencia, desgastan la credibilidad.

La reciente ratificación de Stephen Miran como gobernador —con su cercanía a la Casa Blanca— alimentó la lectura de puertas giratorias y potenciales conflictos. En los mercados, la confianza se acumula lentamente y se pierde de golpe.

Ahora, el ángulo mexicano. El peso se apoya en un diferencial de tasas todavía ancho frente a Estados Unidos, que sostiene el “carry” y atrae flujos hacia bonos locales y coberturas en pesos. También opera una narrativa de estabilidad macro: reservas robustas, operación prudente de la deuda pública y una cuenta corriente respaldada por exportaciones manufactureras, remesas y proyectos asociados al nearshoring. Para el capital global que busca rendimiento con riesgos acotados, México luce relativamente firme.

Ese soporte, sin embargo, no equivale a blindaje. El peso no es hoy “invencible”, y una fracción importante del impulso proviene de flujos de corto plazo. Es dinero que entra y sale al ritmo de las sorpresas de inflación, los guiños de la Fed o los titulares políticos.

Si el panorama en Estados Unidos cambiara —por ejemplo, con datos que obliguen a pausar recortes o con un giro fiscal creíble— el dólar puede recuperar fuerza con rapidez. Si México relajara su disciplina o se multiplicaran señales de bajo crecimiento potencial, el atractivo del carry se diluiría.

La conclusión es clara. Mientras persistan las dudas sobre la política fiscal de Washington y sobre la autonomía del banco central estadounidense, la confianza en el dólar seguirá erosionándose.

Ese es el trasfondo del llamado “superpeso”: más que un triunfo de México, refleja la fragilidad de la divisa hegemónica. Aprovechar la ventana exige prudencia fiscal, continuidad monetaria y una agenda de productividad que haga menos dependiente al tipo de cambio de los vaivenes externos.

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