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El crecimiento de México: ¿quién acertará?

El reto es que ninguna de las previsiones sobre la economía se acerca al crecimiento de 3 o 4% que México necesitaría de manera sostenida para elevar de forma significativa el nivel de vida.

El próximo lunes, la Secretaría de Hacienda presentará el Paquete Económico 2026.

Una de las variables más importantes que siempre se esperan en este documento es la expectativa oficial de crecimiento para este año y el 2026.

Para 2025, de acuerdo a lo dicho hace unos días por la presidenta Sheinbaum, tal vez haya una estimación puntual de 1.2 por ciento, aunque se ubique un rango posible de entre 0.8 a 1.6 por ciento.


Las previsiones económicas, oficiales o no oficiales, rara vez coinciden con la realidad.

En el caso de México, para 2025 y 2026, las diferencias entre estimaciones oficiales, privadas y de organismos financieros muestran lo difícil que es anticipar el rumbo de una economía sometida a múltiples presiones internas y externas.

Lo que está en juego no es solo el porcentaje de crecimiento, sino la confianza de los inversionistas, el empleo y la posibilidad de mejorar el nivel de vida.

Para 2025, el Banco de México revisó recientemente su pronóstico de crecimiento. Su previsión de mayo era un escuálido 0.1% y se corrigió a 0.6%.

El ajuste, aunque modesto, refleja que la economía ha resistido mejor de lo previsto, gracias al dinamismo de ciertos sectores exportadores y a un consumo interno que no se ha derrumbado.

En 2026, Banxico también hizo un movimiento al alza: de 0.9% pasó a 1.1%. Su visión sigue siendo cauta, pero reconoce que hay signos de mayor resiliencia en el horizonte.

El sector privado, sin embargo, no comparte del todo ese optimismo. En la encuesta de expectativas que el propio Banxico aplica a especialistas, la mediana de las previsiones para 2025 se ubica en 0.46%. Apenas una décima por arriba del estancamiento.

Para 2026, el consenso entre analistas privados es de 1.34%, un poco por encima de la estimación del banco central, pero igualmente insuficiente para hablar de una expansión robusta.

Las encuestas de Citi son incluso más conservadoras. En agosto, los analistas colocaron el crecimiento de México en 0.4% para 2025, con un rango que iba desde contracción hasta apenas 0.8%.

Para 2026, la estimación se elevó a 1.4%, lo que la ubica como la más optimista de las previsiones privadas, aunque todavía lejos del nivel necesario para generar un crecimiento sostenido del empleo y la inversión.

Más allá de los modelos económicos y las encuestas entre especialistas, el dato de Hacienda cumple otra función: proyectar confianza.

Hacienda, con su previsión, enviará un mensaje de certidumbre a los mercados y a los inversionistas de que la economía mexicana no está al borde del estancamiento, sino que se mueve con un ritmo moderado pero constante.

¿Qué implicaciones tiene este abanico de cifras? Para 2025, la diferencia entre crecer 0.4% o 1.2% es crucial.

En el primer escenario, las inversiones productivas difícilmente despegarán y la creación de empleo será mínima.

En el segundo, el mensaje es más alentador: México puede seguir atrayendo proyectos de nearshoring, aprovechar las oportunidades de la relocalización industrial y crear condiciones para que el mercado interno se fortalezca.

Para 2026, las diferencias también pesan. Un crecimiento de 1.1% como anticipa Banxico podría traducirse en mejoras limitadas en el ingreso y en la recaudación fiscal. Pero si se materializa el 1.4% de la encuesta de Citi o incluso una cifra más elevada, habría un margen mayor para financiar proyectos de infraestructura, ampliar programas sociales y, sobre todo, generar más empleo formal.

El reto, sin embargo, es que ninguna de estas previsiones se acerca al crecimiento de 3 o 4% que México necesitaría de manera sostenida para elevar de forma significativa el nivel de vida.

En última instancia, el debate sobre si México crecerá 0.4, 0.6 o 1.2% en 2025, y si avanzará 1.1, 1.3 o 1.4% en 2026, es menos una discusión de décimas que un tema de la certidumbre respecto al futuro.

Lo importante al final, no será ver quién acierta y quién se equivoca. Sino qué condiciones tiene la economía mexicana en los siguientes meses y qué escenarios son los que pueden definirse para el 2026 y más allá.

De ello dependerá nuestro futuro.

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