Para México, esta semana representa un momento particularmente delicado. — Se acabó el tiempo. Ayer lo reiteró Howard Lutnick, secretario de Comercio de Estados Unidos, en entrevista con Fox News: “No más periodos de gracia, no más prórrogas. Los aranceles están fijados para el 1 de agosto”.
Aún existe un margen mínimo para concretar acuerdos con distintos países. Este fin de semana se cerró, en principio, el pacto con la Unión Europea, el cual establece un arancel del 15% para productos europeos, cuyas exportaciones a EU superan los 800 mil millones de dólares anuales.
Así, el mapa global del comercio se está redibujando a una velocidad vertiginosa.
Además de la Unión Europea, ya han cerrado acuerdos Japón, Filipinas, Indonesia, Vietnam y el Reino Unido. En el caso japonés, se pactó una reducción significativa de aranceles a vehículos, acompañada de un compromiso de inversión superior a 500 mil millones de dólares en sectores estratégicos. Filipinas e Indonesia lograron limitar sus tarifas al 19% tras aceptar ajustes regulatorios y abrir sus mercados agrícolas. Vietnam selló un acuerdo en términos similares, y el Reino Unido preservó su relación preferencial mediante concesiones en servicios financieros y defensa.
En contraste, hay países que aún no han alcanzado acuerdos y que podrían enfrentar, en cuestión de horas, una oleada de tarifas punitivas.
India, Corea del Sur y Tailandia permanecen sin pactos. En el caso de India, las tensiones se agravaron luego de que Trump acusara al país asiático de “beneficiarse durante años sin dar nada a cambio”. Corea del Sur está bajo presión en el sector tecnológico, y Tailandia podría ver afectadas sus exportaciones textiles y electrónicas. Brasil, por su parte, parece resignado a mantener el arancel del 50% que ya le fue impuesto.
Incluso aliados históricos como Canadá y México figuran entre los países sin acuerdos bilaterales nuevos. Sin embargo, hay una diferencia clave: los productos protegidos por el T-MEC seguirán exentos de estas tarifas.
Aunque no se ha concretado un nuevo entendimiento con Washington, el secretario Lutnick ha reiterado que los bienes cubiertos por el T-MEC no enfrentarán aranceles adicionales. Esta protección es crucial, ya que ampara una porción significativa del comercio bilateral, en especial en sectores como el automotriz, agroindustrial, electrónico e industrial, pilares de la integración económica entre ambas naciones.
No obstante, los riesgos persisten. Productos que no cumplen con las reglas de origen del tratado —como algunos textiles, componentes electrónicos de origen asiático o bienes manufacturados con bajo valor agregado— podrían quedar sujetos a nuevos gravámenes si no se alcanza un acuerdo complementario.
Además, existe la posibilidad de que la política arancelaria se siga utilizando como herramienta de presión en temas no comerciales, como la migración o la seguridad fronteriza. Trump ya ha demostrado su disposición a vincular esos asuntos.
Aunque la exención para productos T-MEC proporciona un respiro inmediato, la ausencia de un acuerdo puntual deja a México en una posición ambigua: fuera del alcance pleno de los aranceles más severos, pero con la incertidumbre latente de una próxima renegociación del tratado.
En definitiva, esta “semana de los aranceles” será recordada como un punto de inflexión en la política comercial global.
El mensaje es inequívoco: Trump busca reconfigurar el comercio exterior estadounidense bajo una lógica de bilateralismo agresivo, utilizando los aranceles como su principal herramienta de negociación.
Lo que ocurra en los próximos días podría redefinir el intercambio internacional durante años.