Existía la percepción generalizada de que los mercados financieros iban a reaccionar con preocupación tras el anuncio de Donald Trump sobre los aranceles impuestos a México.
Sin embargo, los resultados del lunes pasado demostraron todo lo contrario: las bolsas y los mercados cambiarios apenas tuvieron leves movimientos. Simplemente, no le creen al presidente estadounidense.
El índice S&P 500 cerró ligeramente al alza, lo mismo que el Nasdaq. En Europa, el FTSE 100 y otros índices importantes se mantuvieron prácticamente sin cambios significativos.
El peso mexicano, por su parte, cerró en 18.74 unidades por dólar, una variación mínima del 0.5 por ciento respecto al cierre anterior. Estos datos son un claro indicio de que los inversionistas interpretan la amenaza arancelaria como una estrategia negociadora más que como una acción definitiva.
Esta interpretación no es fortuita. Varios análisis en medios estadounidenses respaldan esta postura. Bloomberg afirma que Trump utiliza regularmente la presión mediática y política como una táctica negociadora efectiva para obtener concesiones. En paralelo, The Wall Street Journal destaca que la ausencia de medidas inmediatas sugiere que el objetivo real del exmandatario no es provocar una guerra comercial duradera, sino ejercer presión para renegociar términos más favorables.
En este contexto, destaca la opinión del premio Nobel y columnista de The New York Times, Paul Krugman.
Krugman sostiene que la amenaza arancelaria ha sido históricamente para Trump más un recurso retórico que una acción real. Por ejemplo, durante las negociaciones del tratado comercial T-MEC, el uso inicial de aranceles pretendía principalmente obtener ventajas puntuales y ajustes mínimos, sin llegar a provocar un conflicto comercial a gran escala.
En esa época, Trump impuso temporalmente aranceles al acero y al aluminio, pero estos fueron levantados tras negociaciones breves y efectivas. Este antecedente refuerza la interpretación de que la actual amenaza es simplemente otro intento de negociar desde una posición de fuerza.
Además, el hecho de que la reciente advertencia de Trump no haya venido acompañada de medidas inmediatas resulta significativo. Al otorgar explícitamente un periodo de negociación, Trump dejó entrever la posibilidad de un acuerdo, algo que los inversionistas rápidamente reconocieron como una señal de que el diálogo prevalecerá sobre el conflicto.
El Financial Times también coincide con esta lectura. Según el medio británico, los inversionistas europeos consideran improbable que se materialicen aranceles significativos, sobre todo porque tanto la Unión Europea como Estados Unidos están conscientes de la necesidad actual de cooperación ante desafíos globales, como la tensión económica con China o la crisis energética derivada del conflicto en Ucrania.
Por otro lado, es crucial considerar el pragmatismo económico de Trump.
Una guerra comercial prolongada afectaría negativamente a los consumidores estadounidenses, quienes sufrirían directamente las consecuencias de precios más altos en bienes importados. Por lo tanto, resulta poco probable que Trump avance hacia un conflicto abierto, considerando los costos políticos y económicos que esto conllevaría.
En definitiva, la tranquilidad con que reaccionaron Wall Street y otros mercados internacionales este lunes refleja claramente su percepción sobre las amenazas del exmandatario.
Aunque las declaraciones de Trump son ruidosas y mediáticamente efectivas, los inversionistas ya saben cómo interpretarlas: al final, prevalece la negociación sobre la confrontación.
El mensaje es contundente: las palabras hablan, pero los mercados solo creen en los hechos.