Coordenadas

Se fue Trump, la incertidumbre se queda

La inteligencia norteamericana algo detectó en el conflicto entre Israel e Irán que hizo a Trump tomar esta decisión.

El día de ayer, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció que dejaría anticipadamente la reunión del G7 en Canadá y convocó al Consejo Nacional de Seguridad en Washington a reunirse hoy por la mañana.

La inteligencia norteamericana algo detectó en el conflicto entre Israel e Irán que hizo a Trump tomar esta decisión.

Las reuniones bilaterales que iba a sostener el mandatario norteamericano, como la que tendría con la presidenta Sheinbaum, se cancelaron.


Otra vez el mundo se redefine y no sabemos bien a bien por qué.

El filósofo alemán Friedrich Nietzsche afirmaba que la certeza absoluta es una ilusión creada por el ser humano para soportar la realidad. Esta reflexión resuena intensamente en nuestros tiempos, donde la incertidumbre se ha instalado como una constante inevitable.

Eventos recientes, como el conflicto entre Israel e Irán, no hacen más que resaltar la fragilidad del equilibrio global y cómo cada sacudida geopolítica impacta profundamente en el orden económico mundial.

En este contexto, muchos empresarios insisten en que la certidumbre es indispensable para invertir.

No obstante, cabe preguntarse si en algún momento de la historia existió una circunstancia verdaderamente predecible y segura.

La evidencia histórica demuestra lo contrario: la incertidumbre siempre ha estado intrínsecamente ligada a la actividad empresarial. Ahora, debido a la globalización, esta sensación de inestabilidad se amplifica, resultando más intensa y desafiante.

La globalización, inicialmente concebida como un factor estabilizador y generador de oportunidades, paradójicamente actúa también como un multiplicador del riesgo. Conflictos geopolíticos, crisis energéticas o tensiones comerciales generan ondas expansivas que rápidamente alcanzan los mercados financieros y afectan la actividad empresarial en cualquier punto del planeta.

Ante esta realidad, la pregunta clave no es cómo eliminar la incertidumbre —objetivo imposible—sino cómo gestionarla efectivamente.

Aquellos inversionistas que esperan condiciones absolutamente estables podrían encontrarse esperando indefinidamente. La esencia del emprendimiento reside precisamente en la capacidad para asumir riesgos calculados, no en evitarlos por completo.

Esperar circunstancias perfectas podría resultar en la pérdida de oportunidades valiosas y en un estancamiento más riesgoso que actuar en condiciones de incertidumbre.

Desde la perspectiva financiera, la incertidumbre no necesariamente es enemiga del crecimiento económico. De hecho, el sector financiero es quizá el que mejor entiende y anticipa esta dinámica. Herramientas como las coberturas cambiarias, contratos futuros sobre materias primas o tasas de interés y sofisticadas estrategias de diversificación existen precisamente porque la incertidumbre siempre está presente.

La diversificación se destaca como una respuesta clave frente al riesgo global. Distribuir inversiones en distintos mercados, sectores y tipos de activos ayuda a reducir pérdidas potenciales cuando la volatilidad impacta algún segmento específico.

Sin embargo, la caja de herramientas contra la incertidumbre debe ampliarse más allá del ámbito financiero. Debe incluir elementos como la flexibilidad operativa y estratégica, la innovación constante, la resiliencia organizacional y, especialmente, la capacidad analítica para anticipar cambios y adaptarse rápidamente a nuevas circunstancias. La digitalización y el uso eficiente de información en tiempo real también se vuelven aliados esenciales para navegar en mares turbulentos.

Abrazar la incertidumbre implica reconocer nuestra condición humana: finita, vulnerable y siempre enfrentada a lo desconocido. Esta aceptación no conduce al inmovilismo, sino que impulsa una gestión más consciente, madura y audaz del riesgo.

En definitiva, si la incertidumbre es inevitable, lo realmente importante es cómo cada empresa elige afrontarla.

La certidumbre absoluta nunca ha existido; lo que sí existe y debemos fortalecer es nuestra capacidad para anticipar escenarios, prepararnos adecuadamente y actuar con decisión, aprovechando todas las herramientas disponibles.

La incertidumbre llegó para quedarse. Las empresas capaces de adaptarse y prosperar en este entorno serán quienes lideren el futuro.

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