Coordenadas

Tras la borrachera del 2024… la cruda del 2025

La estrategia del gobierno está clara: aplicar rigurosos recortes al gasto discrecional, aquel sobre el que tiene control directo, al tiempo que mejora sustancialmente la acumulación mediante una administración tributaria más eficiente.

Después de una gran fiesta suele venir una dura resaca, y el año pasado el gasto público vivió precisamente una intensa celebración.

En términos reales, el gasto programable aumentó 8.9 por ciento, destacando especialmente el rubro de subsidios y transferencias, que creció 11.5 por ciento y significó 185 mil millones de pesos adicionales respecto al año anterior.

La consecuencia directa fue que el déficit público se disparó en un 51.2 por ciento real, incrementándose en 644 mil millones de pesos en comparación con 2023.


Frente a esta situación, el nuevo gobierno tuvo que implementar recortes drásticos en distintos rubros del presupuesto y buscar más ingresos. Hasta ahora, se mantiene fiel a estos objetivos.

Las recientes cifras divulgadas por Hacienda muestran que en los primeros cuatro meses del año pasado el déficit alcanzaba ya 351 mil 249 millones de pesos. Sin embargo, para el mismo periodo de 2025, se sitúa en apenas 137 mil 298 millones, reflejando así una disminución real del 62.3 por ciento.

Este notable ajuste se explica por una combinación del recorte en el gasto público y un incremento significativo en los ingresos gubernamentales.

En lo que va del año, el gasto programable del sector público disminuyó un 7.6 por ciento real, representando una reducción de 89 mil 111 millones de pesos. Paralelamente, los ingresos aumentaron en 274 mil 521 millones.

Sin embargo, no todos los rubros de ingresos crecieron a la misma velocidad, ni todos los gastos disminuyeron de forma pareja, evidenciando cómo el ajuste afecta con distinta intensidad a la economía mexicana.

Entre los rubros más golpeados por estos recortes destaca la inversión pública, con una baja del 19 por ciento, es decir, casi 54 mil millones de pesos menos invertidos en infraestructura.

Otro sector particularmente afectado es el llamado “subsidios, transferencias y aportaciones”, donde se encuentran numerosos programas sociales. En este ámbito, el recorte fue de casi 117 mil millones de pesos, equivalente a una caída real de 22.2 por ciento.

El gobierno ajusta los gastos donde encuentra margen, aunque algunos rubros, por razones legales, no permiten maniobras. Por ejemplo, el gasto en pensiones y jubilaciones aumentó 4.1 por ciento real, representando un desembolso adicional de 37 mil 581 millones de pesos.

Tan fuerte es esta presión financiera que, actualmente, lo destinado a pensiones ya equivale al 98.4 por ciento de lo que el gobierno paga en salarios a trabajadores activos.

Del lado de los ingresos, es evidente la presión ejercida por Hacienda para fortalecer la recuperación. Los ingresos tributarios, principalmente impuestos, crecieron un 10.1 por ciento real, generando casi 252 mil millones de pesos adicionales.

Sobresale particularmente el incremento en la recaudación por aranceles, con un notable salto de 47.6 por ciento real, casi 20 mil millones de pesos más. También destacan aumentos importantes en la recaudación del IVA e ISR, con incrementos de 82 mil 720 millones y 141 mil 234 millones, respectivamente.

La estrategia del gobierno está clara: aplicar rigurosos recortes al gasto discrecional, aquel sobre el que tiene control directo, al tiempo que mejora sustancialmente la acumulación mediante una administración tributaria más eficiente.

La pregunta fundamental ahora es si esta estrategia de ajuste fiscal podrá sostenerse a largo plazo o si se mostrarán grietas en los próximos meses.

Sólo el tiempo lo dirá.

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