São Paulo, Brasil, vivió un caso que impactó a miles de personas. Ana Maria de Jesus, de 52 años, y su hija Larissa, de 21, murieron tras comer un pastel de cumpleaños que les llevó un familiar, en el barrio Ipiranga, al sur de la ciudad.
Lo que debía ser un gesto de cariño se convirtió en un acto mortal: según reportes de CNN Brasil, la policía investiga el hecho como doble homicidio y tentativa de homicidio por envenenamiento, y los propios familiares figuran entre los principales sospechosos.
El 7 de junio, Ana Maria recibió el pastel, ya que ni ella ni su hija habían asistido a la fiesta familiar. Ana fue la primera en probarlo y pronto comenzó a sentirse débil y a sufrir convulsiones.
Larissa probó un trozo más grande y advirtió que tenía un sabor amargo; minutos después, ambas comenzaron a enfermar gravemente.
Larissa fue trasladada al hospital la madrugada del 9 de junio, pero murió antes de recibir atención médica. Su madre permaneció internada más de un mes hasta fallecer el 29 de julio. Una adolescente de 16 años que también probó el pastel sobrevivió, pero quedó marcada por el trauma.
Las autoridades investigan si el postre estaba adulterado con pesticida o insecticida, y el caso ha dejado al descubierto un posible trasfondo de venganza familiar por deudas pendientes.