Al menos 30 migrantes se organizaron en el centro de detención de Bluebonnet, Texas, pasa formar el código S.O.S, universalmente conocido como una señal de emergencia.
El dron de la agencia de noticias Reuters pudo captar la señal que formaron con sus cuerpos para pedir auxilio internacional.
Previamente se reveló que estos migrantes detenidos habrían recibido la notificación de ser sujetos a una investigación por presuntamente ser miembros de la banda delictiva Tren de Aragua, por lo que eran candidatos a ser deportados.
Su temor es que ante los señalamientos de ser criminales, podrían ser enviados al Centro de Confinamiento del Terrorismo, una prisión de máxima seguridad en El Salvador.
Al Tren de Aragua se le culpa de operaciones de trata de personas, contrabando de drogas y tiroteos con la policía, así como de la explotación de los casi un millón de migrantes venezolanos que han llegado a Estados Unidos en los últimos años.
De momento se desconoce el tamaño del grupo delictivo, al igual que la medida en que sus acciones están siendo coordinadas a través de las fronteras estatales e internacionales.
La pandilla venezolana se convirtió en parte del discurso político de Estados Unidos después de que comenzó a circular un video grabado por una cámara de seguridad a mediados del año pasado en el que se podía ver a hombres armados mientras ingresaban a un apartamento en Aurora, un suburbio de Denver, poco antes de un tiroteo. En respuesta, Trump prometió “liberar a Aurora” de los venezolanos que falsamente dijo que estaban “tomando el control de toda la ciudad”.
Los orígenes del Tren de Aragua se remontan a hace más de una década dentro de una prisión reconocida por su anarquía, ubicada en el estado de Aragua, en la región central de Venezuela. El grupo se ha expandido en los últimos años a medida que más de ocho millones de venezolanos huyeron de la agitación económica durante el gobierno del presidente Nicolás Maduro y emigraron a Estados Unidos y otros países de Latinoamérica.
Países como Perú y Colombia —ambos con una enorme comunidad de migrantes venezolanos— han acusado al grupo de ser el responsable de una ola de violencia en una región que durante mucho tiempo ha tenido algunas de las tasas de homicidios más elevadas del mundo.
Algunos de sus crímenes han sembrado el pánico en barrios pobres, donde la pandilla extorsiona a los comercios locales y les cobra a los residentes a cambio de “protección”.
En su primer día en el cargo, Trump tomó medidas para designar a la pandilla y a varios cárteles mexicanos del narcotráfico como “organizaciones terroristas extranjeras”. El gobierno de su predecesor, Joe Biden, había impuesto sanciones contra la pandilla y ofrecido recompensas por 12 millones de dólares por la captura de tres de sus líderes.