Las imágenes detrás de los movimientos sociales

Las protestas en México suele ir acompañadas de ilustraciones que quedan en la memoria
Las protestas en México suele ir acompañadas de ilustraciones que quedan en la memoria
Símbolos.Las protestas en México suele ir acompañadas de ilustraciones que quedan en la memoria
Antonieta Carrasco
Daniela Díaz
Nación321
2017-11-11 |08:24 Hrs.Actualización13:32 Hrs.
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Porque estos movimientos sociales han dejado huella en la historia mexicana

Letras, números e imágenes han sido las identidades de los movimientos sociales surgidos en México en los últimos 50 años, los cuales han pasado a la historia sí por sus causas, pero también por su iconografía.

¿Quién no recuerda el número 68 de los juegos olímpicos de dicho año en México? Los números y los aros de líneas, una simbología creada por Lynce Wyman y el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, misma que sería también la identidad del movimiento estudiantil más importante de la historia contemporánea del país.

El número y la paloma de la paz fueron los elementos que los jóvenes, a forma de ironía, se apropiaron para el movimiento que se toparía con la pared de la represión del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas. ¿Cómo es un número en forma de líneas y una paloma hoy por hoy nos remiten a un acontecimiento social?

“La síntesis en la imagen, en el recurso, en las figuras retóricas; el pueblo lo va a entender muy bien. No es compleja, no es atiborrada”, explica el maestro José Luis Heredia, ilustrador y académico de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM.

En términos sociológicos e históricos, el movimiento estudiantil del 68 fue una ruptura para el poder constituido, asegura Massimo Modonnesi, investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, quien señala que en términos de lo resuelto estas movilizaciones no lograron su fin último, pero pusieron a México en el ojo mundial.

El 1 de enero de 1994, México y el mundo volteó a ver a Chiapas. Un movimiento armado surgió de entre las comunidades indígenas exigiendo mejores condiciones de vida para esta población. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) había cobrado vida. Su gráfica: la bandera negra con una estrella roja es, hasta hoy en día, la identidad de sus comunidades instaladas en el estado sureño.

“Son colores de protesta. El rojo y el negro cuyos valores más que simbólicos son psicológicos: el negro es muerte, es parálisis, es inestabilidad. El rojo es sangre, es alto, es hipnotizante”, indica Heredia.

El EZLN sigue hasta el día de hoy en el ojo público y la participación política de sus integrantes ha sido constante, incluso recientemente lanzaron a su propia candidata a la presidencia: Marichuy. De acuerdo con Modonessi, el Ejército zapatista ha logrado mantenerse gracias a su constitución como movimiento.

“Fue un movimiento indígena, fue su punto de refugio y de arranque y eso lo hizo grande”, señala.

Otro iconografía social arraigada es el No + Sangre, creada por el ilustrador mexicano Alejandro Magallanes y la cual se volvió la bandera del Movimiento de la Paz con Justicia y Dignidad encabezado por el escritor Javier Sicilia cuyo hijo fue asesinado en 2011 durante la llamada lucha contra el narco.

La iconografía de este movimiento, inspirada en el famoso  “I love NY”,  logró arraigarse en el imaginario colectivo, asegura Heredia, gracias a la síntesis de su mensaje el cual es fácil de entender y de ubicar en un contexto de violencia, lo que a su vez ha hecho que esta gráfica perdure y sea utilizado en otras movilizaciones.

En el contexto social, asegura Modonessi, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, a diferencia de otros, surge desde un sector específico: las víctimas, quienes “son vistas ya no como objetos, sino como sujetos que pueden movilizarse y organizarse”.

En 2012, los jóvenes volvieron a ser orquestadores de otro movimiento social: Yo Soy 132, que surge tras la visita del entonces candidato presidencial Enrique Peña Nieto a la Universidad Iberoamericana, donde fue recibido con abucheos.

Los estudiantes fueron tachados de porros y acarreados por el equipo del priista. Ante las acusaciones, 131 estudiantes decidieron grabar un video con credencial en mano para aclarar que no eran infiltrados; en forma de apoyo y como suma a la protesta, jóvenes de otras instituciones educativas hicieron viral el hashtag YoSoy132, el cual también se convertiría en la gráfica del movimiento, mismo que en términos sociológicos se frustró debido a su dificultad para organizarse, intervenir en la escena pública y de lograr cosas concretas, de acuerdo con Modonessi.

“La imagen está sintetizada con un mínimo de elementos y de forma hasta palindrómica, además de que el hashtag enaltece al joven. La tipografía es firme, dura y poderosa: es fuerte, lo que en contraste con los colores blanco y negro tiene mayor peso tipográfico. No se emplean colores ante la dureza de los jóvenes”, indica Heredia.

Fue en septiembre de 2015 los ciudadanos volvieron a tomar las calles para exigir la aparición con vida de los 43 estudiantes de la Escuela Normal de Iguala Isidro Burgos de Ayotzinapa, en Iguala, Guerrero. La gráfica de estas movilizaciones fue simple y llanamente el número 43.

“El 43 lo conocen e inclusive existe la tipografía escultórica multidimensional, pero ahí ocurrió algo interesante en el área de ilustración, pues Valeria Gallo convoca a ilustrar gráficamente el retrato de los normalistas, lo que comienza a reproducirse en mantas. Eso y otras series de fotografías reproducidas en plantillas y cartel, lo que da una sensación de cercanía”.

A tres años de la desaparición de los normalistas aún no se sabe nada de los jóvenes desaparecidos; sin embargo, señala Modonessi, estas movilizaciones visibilizaron un hecho particularmente violento.

De acuerdo con Ana Lee Mraz Bartra,  maestra en sociología y académica de la UNAM, a pesar de que la gráfica no es indispensable para los movimientos sociales, esta sí marca una diferencia pues a través de la imagen es más fácil provocar sentimientos como la indignación y la empatía, elementos esenciales en los movimientos.