Porque quizá pensabas que con hacerte una prueba sería suficiente para reunirte con la familia
Recientemente se ha autorizado la venta de test para la detección de COVID-19 en las farmacias de algunos países como España. Estamos hablando de pruebas de autodiagnóstico que detectan anticuerpos.
Existen diferentes tipos de pruebas diagnósticas para la actual pandemia. Entre ellas encontramos las PCR, los test de antígenos, los de anticuerpos, anteriormente citados, e incluso los más nuevos que se realizan con una muestra de saliva.
Respecto a estos tipos de test surgen muchas dudas: ¿Qué es exactamente un test de anticuerpos? ¿Para qué sirve? ¿Son útiles? Los anticuerpos o inmunoglobulinas (Ig) son unas proteínas que produce el sistema inmune como respuesta a una sustancia o a una infección para defenderse frente a ella.
Estos anticuerpos tardan en aparecer entre 10 y 20 días y son de dos tipos: IgM e IgG. Los IgM actúan en los estadios iniciales de la respuesta inmune hasta que se forman suficientes IgG, que son los encargados de proporcionar la mayor protección inmunitaria.
Un test de anticuerpos va a detectar la respuesta inmunitaria de un sujeto frente a un patógeno. En este caso, la existencia de anticuerpos frente al COVID-19.
Por lo tanto, si el resultado es negativo (no hay anticuerpos) nos encontraremos ante un paciente que no ha estado en contacto con el virus, que no ha sufrido la enfermedad.
Aunque también puede suceder que la prueba se haya realizado cuando el paciente está infectado (y en ocasiones enfermo) pero aún no ha producido anticuerpos. Por el contrario, un resultado positivo indica que el paciente ha estado en contacto con el virus.
¿SON FIABLES?
Las pruebas de diagnóstico no son completamente seguras. Hay que saber interpretarlas y realizar aquella que esté más indicada según cada paciente.
Por ejemplo, a un paciente con síntomas o sospecha de enfermedad se le debería practicar una PCR o un test de antígenos (ambos detectan la presencia del virus). Mientas que un test de anticuerpos se debe practicar para averiguar el posible contacto del paciente con el virus.
La seguridad de las pruebas diagnósticas se basa en dos conceptos, la especificidad y la sensibilidad.
Esta última es la capacidad de detectar un paciente enfermo como resultado positivo, mientras que la especificidad es la capacidad de detectar un paciente sano como resultado negativo.
Pero existen falsos resultados, falsos positivos y falsos negativos porque tanto la especificidad como la sensibilidad, aunque sean elevadas, nunca son del 100 por ciento.
Suponiendo que el resultado sea correcto, cuando el test es positivo sabemos que el paciente ha estado en contacto con el virus y ha desarrollado anticuerpos.
Por tanto, tiene inmunidad ante el COVID-19, aunque no podemos estar seguros que esa inmunidad le proteja de forma indefinida.
Cuando el test es negativo, sabemos que el paciente no ha producido anticuerpos pero no podemos estar seguros de que el paciente no esté infectado.
Este resultado puede dar lugar a una falsa sensación de seguridad que puede producir el contagio a otras personas si el paciente está al inicio de la enfermedad, cuando aún no ha producido anticuerpos.
POR QUÉ ES IMPORTANTE UN TEST
Esa es la razón por la que este tipo de pruebas de autodiagnóstico requieren una serie de precauciones, empezando por la necesidad de una prescripción médica.
Es el médico quien debe decidir cuándo está indicada este tipo de prueba aunque el procedimiento sea muy sencillo.
La realización del test es semejante a una prueba de embarazo (empleando una gota de sangre en vez de orina), por lo que cualquier persona lo puede llevar a cabo.
Pero es en la interpretación de los resultados cuando se puede necesitar un profesional sanitario para conocer de forma correcta qué significa la prueba realizada.
Así evitaremos confusiones a la hora de interpretar los resultados y, sobre todo, podremos impedir una falsa seguridad.
Cualquier test de autodiagnóstico es bienvenido, pero quizás debería haberse informado más y mejor a la población al igual que se ha hecho con otros test de autodiagnóstico (como el de VIH, por ejemplo).
Una persona que obtenga un resultado positivo puede interpretar que ya ha pasado la enfermedad o que es inmune a la misma y, por lo tanto, que ya no contagia. Asimismo, un paciente con un resultado negativo puede pensar que está sano y, por tanto, no infecta a los demás. Ambos aspectos han pesado a la hora de informar sobre los test y su uso.
Por tanto, es importante recordar que si estas Navidades queremos estar cerca de nuestros familiares o allegados, la realización de un test previo a la visita no les protegerá tanto como creemos. Ni a ellos ni a nosotros mismos.
Ningún test de COVID-19 puede garantizarnos que estemos libres de infección (y reinfección) o que seamos personas asintomáticas que pueden contagiar al resto aunque el resultado de la prueba sea negativo.
En estos casos, la prescripción e interpretación del test en cuestión debe estar en manos de un profesional de la salud que nos indique las pautas a seguir.
Fuente:*The Conversation, una fuente independiente y sin fines de lucro de noticias, análisis y comentarios de expertos académicos. La nota original la puedes encontrar aquí.