Aunque muchos los ven como seres independientes o hasta “sangrones”, los gatos podrían convertirse en grandes aliados para mejorar nuestra salud mental y emocional.
Así lo señala una publicación reciente de la UNAM, que destaca cómo estos felinos, cuando están bien socializados y entrenados, pueden ayudar a aliviar el estrés, la ansiedad, el dolor e incluso apoyar a personas con discapacidades o trastornos del desarrollo.

La terapia asistida con gatos es una tendencia que está tomando fuerza en distintos países. Consiste, básicamente, en convivir con un gato que ha sido preparado para acompañar y reconfortar a personas que lo necesitan.
“Tenemos este mito de que los gatos son huraños, que no pueden socializar y que lo único que hacen es morder, huir y arañarte. Pero la verdad es que, bien socializados, los gatos pueden facilitar distintas terapias, por ejemplo, para personas con discapacidad motora o niños con autismo. También sirven como compañía, especialmente en asilos, y algunos terapeutas los emplean para facilitar el desarrollo del habla en niños con problemas de lenguaje”, explicó la Dra. Claudia Edwards, experta de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM.
La idea no es nueva. En Japón, por ejemplo, es común encontrar los famosos neko cafés, donde la gente va no solo a tomar café, sino a acariciar gatos y relajarse. Incluso hay empresas que han adoptado esta convivencia felina en las oficinas para mejorar el ambiente entre sus trabajadores.
En Europa también han explorado esta terapia: universidades en Polonia, Bélgica y Estados Unidos han demostrado que los gatos, al igual que los perros, pueden reconfortar emocionalmente a quienes lo necesitan.
Y sí, acariciar un gato puede hacer mucho más por ti de lo que crees. Un estudio de la Universidad Estatal de Washington mostró que al hacerlo disminuyen los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Pero eso no es todo.
El ronroneo, ese sonido bajito y vibrante que hacen los gatos cuando están a gusto, también tiene efectos positivos: ayuda a reducir la presión arterial, mejora la circulación y hasta puede aliviar dolores musculares o articulares.
¿Todos los gatos pueden ser terapeutas?
La respuesta es no. Para que un gato se convierta en compañero de terapia, necesita ser preparado desde que está en el vientre de su madre. Esto se debe a que los gatos tienen células en la piel que los hacen muy sensibles al tacto.
“Estas células son muy sensibles, y es necesario trabajar desde el embarazo de la madre para que los gatitos toleren el contacto. Eso explica por qué algunos gatos disfrutan ser acariciados, mientras que otros prefieren evitar el contacto. Por ello, no todos los gatos pueden ser utilizados como animales de asistencia”, explicó la Dra. Edwards.
En un mundo cada vez más acelerado y lleno de estrés, donde los problemas de salud mental van en aumento, estos mininos pueden ser una herramienta complementaria muy valiosa.
“Yo creo que los tutores de gatos sabemos que identifican nuestros estados de ánimo. Vienen, se acuestan, te consuelan y juegan. Entonces, convivir con uno de ellos más allá de lo normal puede traer enormes beneficios. En el entorno clínico también es necesario considerarlos, pero asegurándose de que cumplan con ciertos requisitos: ser sociables, tener un temperamento estable y, por supuesto, procurar el bienestar del animal. El simple hecho de jugar con ellos te relaja y te ayuda a desconectarte de las preocupaciones”, concluyó la especialista.
Así que si tienes un gato en casa, tal vez ya tengas a tu propio terapeuta ronroneador… y ni te habías dado cuenta.