La feria

Un día negro

La actual administración que se presenta como parte de un movimiento patriótico sin par en la historia reciente, tendrá muy difícil hacer creíble su discurso soberano si lo de ‘El Mayo’ no es un revulsivo.

La forma, el fondo, las implicaciones en la relación bilateral, el momento de polarización nacional en que se da… Todo el affaire Zambada, quien ayer se declaró culpable en una Corte de Nueva York, hacen del lunes 25 de agosto de 2025 un día negro para México.

El tono triunfalista de las autoridades de Estados Unidos tiene una pata coja. Ismael El Mayo Zambada fue entregado a ese país por una traición de sus exsocios, que no pudo haber ocurrido sin conocimiento previo, y aprobación, de Washington.

Esa manera de hacer justicia no ayuda. Es un acto más de injerencismo. Y el mejor argumento, el más transparente del porqué estas cosas no deben hacerse unilateralmente, es que Sinaloa acumula más de 1,500 muertos tras esa captura.


Estados Unidos se queda con El Mayo (y eventualmente con fondos decomisados) y México pone una vez más los muertos. Bonita forma de aplicar la ley de quien se pretende poner de ejemplo internacional, de quien sermonea capacidades policiacas y judiciales.

Y México ya ni las manos mete; a lo más que aspira es a que nos “muestren las pruebas” de los dichos criminales, no a agotar recursos para que este delincuente pague sus crímenes acá también.

La guerra contra las drogas es un engaño en blanco y negro instigado por décadas desde Washington, que se pone de víctima sin asumir una realidad donde pesan su gran mercado de armas, su demanda de productos ilícitos, sus narcos, su injerencismo y su corresponsabilidad.

El Mayo debió ser detenido en México y por mexicanos. Si se quiere, con ayuda de EU. Si así se desea, en una operación bilateral contra una banda de alcance global. Por qué no ocurrió es la discusión a activar, no contra este gobierno, sino a favor de un futuro distinto.

Que ahora se presuma como un gran logro de un país distinto sume en la desazón. ¿Qué país puede decirse soberano si no es capaz de llevar ante la justicia a quienes violan la ley que lo funda? ¿Qué sociedad puede aceptar que otra nación se apropie esa prerrogativa?

La actual clase dirigente no puede heredar una situación así a las siguientes generaciones. Hay que decir esto a sabiendas de las enormes suspicacias sobre nexos entre gobernantes surgidos de Morena e intereses criminales que confluyen en las elecciones.

La administración que se presenta como parte de un movimiento patriótico sin par en la historia reciente, éstas y éstos que nomás se igualan con las otras tres revoluciones nacionales, tendrá muy difícil hacer creíble su discurso soberano si lo de El Mayo no es un revulsivo.

Y la presidenta no las tendrá todas consigo. Ya ha entregado a medio centenar de delincuentes, encima sin las salvaguardas que estipula un tratado internacional de extradición, así que la sopa amarga de ver al Tío Sam pretendiendo darnos lecciones morales va para largo.

Claudia Sheinbaum heredó esta carencia institucional. Y pasará tiempo antes de que el nuevo Poder Judicial demuestre la altura para lidiar con la urgente reconstrucción de un sistema de procuración de justicia, para el fuero común y contra el crimen organizado.

Se trata de una labor impostergable, además, porque si los grandes juicios se van a EU también con ellos se irá información que podría usarse, incluso, contra el gobierno de la presidenta.

Fue un lunes negro, un episodio que una nación no se debe permitir. La presidenta Sheinbaum ha conseguido nuevas leyes y tendrá jueces que podrían ayudarle a combatir la impunidad. Lo que no tendrá son pretextos para fallar, porque días así socavan la soberanía.

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