La feria

Una clase política adicta al show

Las cámaras, esa extensión de las redes sociales, provocan que demasiados de los y las políticas mexicanos de hoy emulen a actores.

El miércoles por la mañana una tromba paralizó parte del sur de Guadalajara. Videos de avenidas inundadas y caos se viralizaron en cuestión de minutos. A esa misma hora, se divulgaban imágenes de la alcaldesa de la capital de Jalisco en una sesión de fotos.

Ninguna de las dos cosas son raras. El agua busca su cauce (expertos han explicado cómo la urbanización canceló arroyos en esa parte de la Perla Tapatía) y la presidenta municipal Verónica Delgadillo se ha destacado por dar importancia a su imagen.

Delgadillo es una de muchas personas dedicadas a la política atrapadas por un mal de este tiempo. Gente que pone particular esmero en que la veamos hacer cosas, y si para eso hay que disfrazarse de plomero o electricista, sin dudar vaciarán la ferretería.


Las cámaras, esa extensión de las redes sociales, provocan que demasiados de los y las políticas de hoy emulen a actores. Alguien les aconseja, y no faltará quien lo haga sin asesor, con un supuesto talento natural, que no hay que hacer, sino hacer como que se hace.

No hay que tapar baches, hay que, como el alcalde Mauricio Tabe de Miguel Hidalgo, fabricar un montaje: una cuadrilla de burócratas es acarreada para ver al jefazo en su primera interacción con… una pala; pala que de tan nueva da pena que un albañil no le dé el debido uso.

Son como el chiste de tiempos de Echeverría: si van a cambiar un foco necesitan de cuatro personas que muevan en círculo el taburete donde se había trepado el mandatario, incapaz de girar él la bombilla.

Y si no que le pregunten al director del Metro, Adrián Rubalcava, que a los pocos días de ser nombrado para esa tarea, sin experiencia alguna al respecto, apareció con un taladro dizque reparando quién sabe qué en los pasillos de la red naranja.

Alessandra Rojo de la Vega, alcaldesa de Cuauhtémoc, es otra campeona del “insta”. Un día con casco anda trepada en una grúa para retirar cables, y al otro sacará el estuche “mi alegría” que haga falta para barrer, descombrar y hasta rescatar perros. Tanto desfilar de atuendos hace que parezca que no hubo cambio en la alcadía. No por nada ya por ahí alguien le llama “Alessandra Cuevas”.

No es versatilidad, es show. No es gobernar, es simular. Y la jefa de la CDMX Clara Brugada no se queda atrás. Hace un par de días fueron, con ridículos trapos de cuadritos tipo grand prix, a –juran– dar el banderazo de salida al programa de bacheo en la ciudad cráter.

¿Hay necesidad de distraer a trabajadores a los que en su oficina esperan altero de pendientes para ponerlos de matraqueros de Brugada? Sí, hay mucha necesidad: si Alessandra les gana en clics, seguro a alguien correrán en el otrora Palacio del Ayuntamiento.

“El político de nuestros días, si quiere conservar su popularidad, está obligado a dar una atención primordial al gesto y a la forma, que importan más que sus valores, convicciones y principios”, alertaba hace 13 años Mario Vargas Llosa.

En La civilización del espectáculo (Penguin Random House, 2012), el escritor recientemente fallecido sostiene que esa “popularidad y el éxito se conquistan no tanto por la inteligencia y la probidad como por la demagogia y el talento histriónico”.

Vargas Llosa parece describir a nuestra clase política al señalar que su “frivolidad consiste en tener una tabla de valores invertida o desequilibrada, en la que la forma importa más que el contenido, la apariencia más que la esencia y en la que el gesto y el desplante –la representación– hacen las veces de sentimientos e ideas”.

Tampoco la presidenta Claudia Sheinbaum escapa a ese vicio. Hace un mes, por ejemplo, la jefa de una de las economías más importantes del mundo tuvo como punto alto de su agenda recibir un avión Embraer normalito normalito. Un avión. El primero para Mexicana…

El miércoles cayó una tormenta “atípica” en Guadalajara. Lo mismo que dos domingos atrás en México. Uno pensaría que las autoridades son alertadas a tiempo para ayudar a sus ciudadanos a tomar providencias. Creo que más bien corren a buscar su mejor disfraz.

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