El 2024 el Estado de México arrojó estadísticas de accidentes en motocicletas que son un urgente llamado a la acción. El año pasado fallecieron 491 motociclistas; eso además de la friolera cantidad de lesionados: 30 mil 16 en 12 meses. Tenemos que hablar de motos.
Cifras del propio gobierno mexiquense ayudan a dimensionar el reto que ya llegó. En 2019 la realidad ya era grave, pero no como la actual: en ese año los motociclistas muertos fueron 193 (sí, el 40% de 2024) y los lesionados fueron la mitad: 14 mil 231.
Peatón, ciclista, motociclista y automovilista, o sea todos, estamos involucrados en esta problemática.
Usamos las mismas calles y corremos, unos con más frecuencia otros con menos, el mismo riesgo. La problemática es inescapable, más motos, más accidentes.
En el documento de la Secretaría de Movilidad del Edomex se advierte que dos grandes áreas congregan la mayor cantidad de accidentes con motociclistas. El valle de Toluca, y una especie de corona alrededor de la Ciudad de México: desde Tlalnepantla a Ecatepec.
De hecho, Ecatepec concentra el 12 por ciento de los accidentes de motos en toda la entidad. Toluca va en segundo lugar con 9 por ciento.
Sólo para subrayar: al día hay en el Edomex 82 motociclistas lesionados y 1.3 en promedio fallecidos.
El fenómeno, desde luego, se presenta en muchos centros urbanos del país.
El reporte de la Secretaría de Movilidad de la Ciudad de México sobre fallecidos en hechos viales da cuenta de que de enero a marzo de 2025 murieron 54 motociclistas.
Según el gobierno de la capital, en 2024 fueron 232 las personas que fallecieron en motocicleta, un aumento desde las 204 registradas en 2023 y las 210 ocurridas en 2022. Pero un aumento aún más dramático frente a 141 fallecidos en 2021, 130 en 2020 y 93 en 2019.
En el caso de Jalisco el tema ha desatado un debate en los medios. El Informador dio cuenta en junio de que hoy en ese estado circulan más de un millón de motocicletas, cifra que según datos oficiales es cinco veces lo que se registraba en 2010.
“Es una pandemia brutal”, así describe un funcionario el tema que involucra al Valle de México con respecto a las muertes y lesiones de motociclistas.
Cualquiera que circula, a pie o en auto, en urbes del país advierte la posibilidad (y el temor) de verse involucrado en un percance cuando de repente las motos no respetan carriles, ni semáforos, y adelantan por donde y como pueden.
Pero, como ya escribí aquí en noviembre, las motos, ni sus conductores, tienen la culpa.
En la Ciudad de México la autoridad quiere meter en cintura a las motonetas eléctricas que invaden carriles de bicicleta o que burlan todo tipo de disposición al circular sobre banquetas, parques, aceras, camellones, etcétera.
Auguro que Clara Brugada tendrá éxito recaudatorio: muchos de los conductores y las conductoras de esos minivehículos sacarán su licencia para conducir, pero fuera de eso, tales aparatos llegaron para quedarse e incrementar el dolor de cabeza que es la vialidad urbana.
Si esto en efecto es una pandemia, ya sabemos por qué “el virus” se replica tan rápido. Sólo que saber que la falta de transporte público eficiente, la insuficiencia de vialidades y lo “económico” que resulta conseguir una moto no soluciona nada.
Las estadísticas de la mortandad de motociclistas van al alza. ¿A la clase política le importará que la enorme mayoría de los lesionados y muertos son pobres? Miles y cientos al año, respectivamente.
Por las graves tendencias, no. ¿A alguien le sorprende eso?