La feria

Retenes del INM contra mexicanos y menos soberanía

Contentar a Trump ha costado soberanía. Igual se mandan nacionales sin el debido proceso a cárceles estadounidenses, igual ahora el INM nos obliga a que demostremos que somos mexicanos.

Viajo muy seguido a Guadalajara. El avión no es lo más conveniente (el desastroso AICM y las obras en la carretera de Chapala complican todo). Ergo, sin mayor sobresalto me trasladaba en camión… hasta la semana pasada.

El autobús es puntual, cómodo y sencillo de abordar –hay varias terminales, e incluso uno que parte de puntos céntricos como la colonia Roma–, llegas minutos antes, te identificas con el/la boletera y voilà, nadie más te molesta… bueno, hasta la semana pasada.

La madrugada del jueves y luego de años de hacer mensualmente esa ruta, cuarenta minutos antes de llegar a Guadalajara el camión se detuvo, el conductor prendió la luz interior, y pronto empezamos a escuchar voces. Era un retén del Instituto Nacional de Migración.


Uniformados, una mujer y un hombre demandaron identificarnos con nuestro INE. Afuera, otro camión era detenido al lado de una unidad con logo del INM. Sobre la autopista, un agente operaba un dron volándolo a baja altura. No eran ni las 6 am.

Aquí, cualquier mexicano de mediana edad ha de hacer un cálculo.

La ecuación de ese razonamiento tiene que sopesar, por un lado, el fundado temor de estar detenidos en una carretera en la madrugada. Y, por otro lado, qué diablos hace un retén del Instituto Nacional de Migración parando un camión mexicano que va de la capital de la República a la segunda ciudad más importante del país para revisar, sin orden judicial ni suspensión de garantías, a mexicanos.

Tu disyuntiva: pedir o no que conforme a tus derechos los uniformados te muestren la norma, ley, decreto o mandato judicial que les permite molestar ciudadanos que no están delinquiendo, ni alborotando, ni conduciendo un “vehículo” sospechoso. ¡Ni pasando una frontera!

Algo te dice que en tal situación defender tus derechos puede derivar en que, en menos de tres minutos, seas bajado en medio de la noche por una cuadrilla que en el mejor de los casos sí son agentes de migración.

Yo no cargo INE. Aceptaron mi licencia de la CDMX (aceptada también en el avión). La mujer del asiento de enfrente tampoco portaba el suyo, y tras amonestarla se le advirtió que la “única identificación oficial” es el INE y que tiene que cargarla siempre.

Hace tiempo un amigo me dijo que nunca más tomó ese camión nocturno porque en medio trayecto subieron “uniformados raros” que esculcaron a todos. No me ha pasado, pero por qué nos tiene qué detener el INM si la autoridad mexicana, si tuviera motivo justificado, podría pedir a la compañía camionera la lista de pasajeros, y si uno les interesa, y cuentan con orden judicial, parar el autobús y requerirlo.

Desde el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca en enero, la presidenta de México ha cedido soberanía. Ella no va a reconocerlo, así como ayer no reconoció la existencia de lo que anunció la DEA el lunes: que hay un programa bilateral en marcha en la frontera.

No nos hagamos. Para empezar, el INM no debe importunar a me-xi-ca-nos. Sobra decir que la autopista CDMX-GDL está lejísimos de toda frontera. Y aun en lugares como Tijuana, si llegas en vuelo doméstico ¿porqué te detiene el INM?

Contentar a Trump ha costado soberanía. Igual se mandan nacionales sin el debido proceso a cárceles estadounidenses, igual ahora el INM nos obliga a que demostremos que somos mexicanos. Eso no es legal, no es democrático, no es tampoco de izquierda. Pero es.

¿Qué más ha cedido la presidenta Sheinbaum? Sería bueno saberlo, para no adivinar qué documentación portar.

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