Salvador Camarena: Sheinbaum, la capital y la República

A la jefa de la CDMX le inventaron unas giras de propaganda por el país
A la jefa de la CDMX le inventaron unas giras de propaganda por el país
Claudia Sheinbaum.A la jefa de la CDMX le inventaron unas giras de propaganda por el país
Cuartoscuro
autor
Salvador Camarena
Periodista
2023-01-10 |07:13 Hrs.Actualización07:12 Hrs.

Chilango es un término que perdió casi todo su halo despectivo. Al menos así ocurrió en la capital. Pero ello no quiere decir que en el país, en la República, todo lo que venga del ex-Distrito Federal sea bienvenido. El centralismo sigue siendo un mal de México, y en no pocas regiones ven con recelo el modo de ser y comportarse de quienes habitan la CDMX.

Hace meses a Claudia Sheinbaum le inventaron unas giras de propaganda por la República para que la población allende Cuatro Caminos la ubique. Se entiende que la jefa de Gobierno necesita subir en las encuestas, despegarse de Marcelo Ebrard, consolidarse como una política de quien las y los mexicanos puedan hacerse una idea, una opinión; pero quién sabe quién habrá sido el autor de la idea de que la temática de esas giras fueran de ella hacia un país que apenas si la conoce, y no al revés.

A ese ignoto personaje Sheinbaum deberá reclamarle que tal despropósito pasa por alto una cosa fundamental: el tradicional y nada gratuito resquemor de los estados cuando el centro quiere decirles cómo han de hacer las cosas, cómo han de imitar… a la capital.

La jefa de Gobierno capitalino quiere enseñarle a los estados cómo se debe gobernar. Lleva múltiples convenios y conferencias sobre eso –poniendo de ejemplo su manera de administrar– en no pocos estados en espacios fundamentalmente pintados de color Morena. Suerte con eso, doctora.

El asumir que era una buena idea que una gobernante capitalina, que por si fuera poco se ha beneficiado de su cercanía con el Presidente en temas como la seguridad o la pandemia, puede ir a dar lecciones a otras entidades es, cuando menos, osado, si no algo que linda con la soberbia (no de Claudia, sino de sus asesores).

Qué distinto hubiera sido que Sheinbaum fuera a ciudades y poblados de las diversas entidades y pidiera escucharlos, conocer al país y a la gente que, según ha reconocido, aspira a gobernar.

Enterarse de primera mano de expectativas, necesidades, inquietudes, reclamos y, por supuesto, ideas y propuestas de una nación que es muy diversa y en la que, en muchas ocasiones, se han padecido peregrinas políticas surgidas en escritorios capitalinos.

Caminar por México, visitar a los que no son de su misma feligresía, conocer y reconocer a quienes han, en circunstancias muy distintas a las de la capital, encontrado su propia identidad, sus maneras de convivir, de trabajar, de sortear problemas y retos. De ser.  

¿Que si hiciera eso dirían que está en campaña? ¡Hombre, qué novedad! Si en campaña está, pero en una que incurre en el error de lo vertical, de lo centralista, de las actitudes que se resienten desde hace mucho en las entidades federativas con respecto a los chilangos.

Sigo pensando, como dije ayer aquí, que no habría mejor carta de presentación a nivel nacional que hacer un buen gobierno a nivel estatal, que concentrarse en que la capital –en tanto entidad federativa– destaque en economía y justicia, en seguridad y oportunidades, en –no le va a gustar a su líder– armonía, pluralidad y diálogo republicano.  

Pero si a pesar de tragedias como la del sábado –que la pilló en Michoacán a punto de dar lecciones de buen gobierno–, Claudia Sheinbaum sigue en la idea de que ha de ir a las entidades cada rato cuando en casa tiene demasiados pendientes y la necesidad de hacer un buen cierre, pues entonces suerte con no entender que los chilangos resultan odiosos cuando quieren dar sermones a la República.