Salvador Camarena: ¿Qué sigue?

Lo que una parte de la opinión pública deplora y denuncia sobre estas reformas
Lo que una parte de la opinión pública deplora y denuncia sobre estas reformas
Cambios legislativos.Lo que una parte de la opinión pública deplora y denuncia sobre estas reformas
Cuartoscuro
autor
Salvador Camarena
Periodista
2022-12-16 |07:45 Hrs.Actualización07:44 Hrs.

En semanas recientes diversos analistas han expresado su confianza en que la ciudadanía sabrá remontar la amenaza cumplida –de momento a nivel de aprobación de ley– del desmantelamiento del INE. Son proclamas de historiadores que estiman que el agandalle legislativo de estos días no tiene otro destino que ser corregido, y que de manera inexorable México volverá a la senda por la cual transitaba hasta 2018.

¿Ocurrirá tal despertar ciudadano? ¿El golpe al Instituto Nacional Electoral movilizará a la sociedad de forma que jueces y ministros se la piensen antes de validar la constitucionalidad de lo que ha aprobado el Congreso de la Unión en procedimientos tan desaseados como presurosos?

Concretamente: lo que una parte de la opinión pública deplora y denuncia sobre estas reformas, ¿se traducirá en el ansiado –por esa parte de la sociedad– inicio del fin de la legitimidad del movimiento de Andrés Manuel López Obrador?

Para contestar preguntas como ésas, para otear posibles futuros, qué mejor que revisar de dónde veníamos cuando, precisamente, comenzó a edificarse una nueva forma de competir por el poder, una que todos los actores terminaron respetando hasta ahora, en que Morena ha decidido clausurar la transición que nació de la crisis de 1988.

Juan Molinar Horcasitas fue, entre otras cosas, un puntual analista de las elecciones. Tomo unos párrafos de su libro El tiempo de la legitimidad, entregado a Cal y Arena en 1991, para recordar que incluso un régimen con legitimidad cuestionada no es necesariamente efímero.

“La fórmula de la pax del PRI, que no ha estado exenta de contribuciones violentas”, decía Molinar a mediados del sexenio salinista, “estaría basada menos de lo que se cree en el apoyo popular del régimen, y bastante más en su capacidad de desarticular a la oposición, así como en sus capacidades de coerción”.

“La hipótesis de la ilegitimidad del régimen no es incompatible con su durabilidad. La ilegitimidad de un gobierno no basta para que el individuo común y corriente se rebele o proteste políticamente. En ausencia de alternativas, el individuo común y corriente se refugiará en la vida cotidiana y el mercado. En esos casos, estaremos observando resignación, no legitimidad”.

“La movilización política ante un régimen cuya remoción o reforma se percibe como inviable o riesgosa, dependerá, en este caso, de los cálculos individuales sobre las posibilidades de triunfo de los grupos contestatarios organizados”.

Si esta semana pasa a la historia como el momento en que se socavó al INE de forma tal que las siguientes elecciones estuvieron plagadas de irregularidades graves, si, en una palabra, en los próximos comicios se confirma que hubo un retroceso en cuanto a limpieza, equidad y respeto al voto ciudadano, no por ello ocurriría de inmediato una corrección, ni un castigo electoral a Morena, ni sería un revulsivo que buscara prontamente enmendar el camino.

La ciudadanía ya mostró que, en efecto, el tema del INE suponía un límite. Las marchas del 13N no dejan dudas al respecto. Pero, como en tiempos del viejo PRI, y siguiendo a Molinar, esa convicción no se traducirá en movilizaciones o en efervescencia si la gente no ve en la oposición a una alternativa.

Denostar el talante sectario y revanchista de AMLO, así como la abyección de los serviles legisladores de Morena, sirve de bien poco si bisoñamente confiamos en que es la hora de la ciudadanía y ésta salvará a México.

Nada quitará a Morena y a sus rémoras la mancha histórica de haber llevado a cabo cambios legislativos sin escuchar a sociedad y oposición, pero ésta hoy es más importante que nunca en décadas.