Alguien replicará que es poco correcto escribir tales palabras juntas. Que en revoluciones y rebeliones diversas, los de Zacatecas han mostrado de sobra no conocer el miedo. Pero como el diario El País retrataba estos días, el temor se ha instalado ahí. No es de ahora, pero parece que hay tristes novedades en ese frente.
Zacatecas ha estado en la geografía de los eventos criminales que han sacudido nuestro país durante prácticamente todo el siglo. De hecho, el sexenio –ni modo de decir que el gobierno, aquello fue un desastre– de la perredista Amalia García (2004-2010) quedó marcado por la presencia, y el poderío, de grupos criminales en esa entidad.
Desde esos años, por ejemplo, la gente comenzó a evitar algunos caminos federales, como el que lleva, al filo del cañón de Juchipila, de Guadalajara a la capital zacatecana; para darle la vuelta a la posibilidad de un asalto o de un susto mayor prefieren rutas que los llevan a Aguascalientes y de ahí a la ciudad emblemática por el cerro de la Bufa.
Otros de plano dejaron de ir. Casos como el de los ocho guanajuatenses que fueron de cacería y terminaron asesinados por un comando que los secuestró, tragedia ocurrida en diciembre de 2010, ilustra lo inseguro que llegó a ser internarse en la tierra de López Velarde.
Ahora de nueva cuenta se habla de crimen al mencionar a Zacatecas. Y no es para menos.
En su último reporte, la consultora Lantia Intelligence ha identificado a ese estado “como un foco de alerta por registrar el incremento más alto en víctimas letales del crimen organizado durante el último año (el incremento fue del 82 por ciento, al pasar de 524 casos en 2019 a 956 en 2020)”.
El mes pasado, subraya esa consultora, Fresnillo “se ubicó como el tercer municipio más violento del país, después de Tijuana y Juárez, y ocupa el primer lugar en el Índice de Riesgo por Crimen Organizado (IRCO) de Lantia Intelligence. Asimismo, los municipios de Guadalupe y Zacatecas también se encuentran en lugares críticos en el IRCO, ambos con tendencia de deterioro”.
Tal informe agrega que esta violencia es provocada por “dos conflictos criminales” y detalla los nombres de las organizaciones, sus desprendimientos y apéndices de siglas y motes, que dejan cadáveres por doquier y siembran pavor.
Y aunque en cifras totales de asesinatos, Zacatecas es de las entidades emproblemadas la que “menos” muertes violentas asociadas a crimen organizado tuvo en febrero (Lantia reportó ahí 115 homicidios, detrás de Guanajuato con 234, Jalisco con 220, Baja California con 195, Michoacán con 190 y Chihuahua con 176), en cuanto a ciudades, Fresnillo tuvo 68 homicidios, una cantidad exorbitante si se compara con poblaciones que tienen más de cinco veces la población de ese municipio zacatecano –como Tijuana, cinco veces más grande y con 137 muertes, o Juárez, seis veces más poblada y con 84 asesinatos–.
Para escuchar el sonido del miedo, el periodista David Marcial del diario El País reporteó en esa ciudad de 250 mil habitantes y el municipio donde según el INEGI el 95 por ciento de la gente se siente insegura.
“Nos tienen bien espantadotes. Estamos todo el día con el Jesús en la boca”, le dijo un fresnillense a Marcial Pérez. “Los vecinos están asustados: ‘Salimos a la calle encomendándonos a nuestro padre Dios’, cuenta el tapicero”.
En junio habrá elecciones en Zacatecas. Pero hoy lo que hay es miedo. Y muchos, demasiados asesinatos. ¡Ah! Casi se me pasa, lo que también hay son “otros datos”. Porque ayer el presidente López Obrador dijo que luego de su visita a ese estado, la cosa va mejorando. Aquí sus palabras de este lunes en la mañanera:
“Hace 20 días fui a una gira a Zacatecas, me plantearon que había una situación muy delicada de violencia, ahí di instrucciones para que la Secretaría de la Defensa, Marina, la Guardia, intervinieran y en los últimos tiempos se ha reducido el número de homicidios en Zacatecas. Lo que comentaba la secretaria Rosa Icela, estaba entre los primeros lugares y ya bajó en estos días”.
¿Estos dichos presidenciales le quitarán el miedo a los zacatecanos?