Salvador Camarena: Lo “mexicano” en el mes patrio

Severos daños se registraron en Asunción Ixtaltepec, Oaxaca, ubicado en la región del Itsmo de Tehuantepec
Severos daños se registraron en Asunción Ixtaltepec, Oaxaca, ubicado en la región del Itsmo de Tehuantepec
La destrucción.Severos daños se registraron en Asunción Ixtaltepec, Oaxaca, ubicado en la región del Itsmo de Tehuantepec
Cuartoscuro
autor
Salvador Camarena
Periodista
2017-09-15 |07:37 Hrs.Actualización07:37 Hrs.


Alguien que vio ayer la noticia del empresario huachicolero emparentado con el secretario “yo qué chingaos” Luis Miranda, esa donde acusa a sus empleados del delito nada menor de vender combustible robado, dijo en Twitter: claro, es bien mexicano no asumir responsabilidades.

Alguien en Twitter vio las imágenes de gente robando víveres de un camión, accidentado en su ruta hacia la zona de damnificados, y dijo: típico de los mexicanos, de que se lo chingue otro a que me lo chingue yo, pues yo.

Vean tele, naveguen Internet, oigan radio y será inevitable que se topen con un señor gastando dinero público para que ustedes le escuchen decir “me critican”. Fíjense bien: no dice “hay críticas a mi gobierno”, no. Dice, con su camiseta de Pepe El Toro, “soy víctima de insidias”. 

La diferencia es abismal, pero no sé si sea bien mexicano que un jefe de Gobierno (es un decir) en vez de asumir las críticas como parte de su responsabilidad política, recite spots escritos para Libertad Lamarque.

Otro que anda en la onda mediática tiene una frase muy parecida: se me está acabando el ciclo en Morena. Ellos son los causantes de que yo me tenga que rajar, tengo palabra… hasta que no. ¿Mexicanísimo?


No sé, no me voy a tirar al piso (bien mexicano, dicen) para declamarles qué es lo mexicano y qué no es lo mexicano. Lean a Paz, yo qué chingados.

Lo que sí sé, porque resulta imposible no advertirlo, es cómo el Gabinete fifí está regándola –bien mexicanamente– en Chiapas y Oaxaca.

Alguien vio encuestas (supongo) y se le antojó que las ruinas de un país era la ocasión ideal para hacer pretemporada electoral: que Rosario saque el huipil, consigan caquis para Narro, quién va a llevar chalequitos tipo reportero, que a Osorio no me le vayan a cambiar su camisa tipo antro, y no lo olviden, que nos vean cer-ca-nos, que nos vean que los vemos. 

No se preocupen, no están tan prietos, van a retratar bien, hasta una güerita seguro por ahí nos encontramos. Allá Murat tiene gel desinfectante y mudas para después de abrazar pobres. Preparados, cámara, acción…

Se les va a revertir; por más selfies que regalen, por más spots en vivo que intenten, lo lejana que está la vuelta a la normalidad de cientos de miles de mexicanos les explotará en la cara. Una semana de terremoto y salvo un gobierno que exige autocensura a los periodistas y que ruega caridad a los empresarios, no se ve por ningún lado ni el plan ni el hombre (o mujer) de la reconstrucción. 

Y en eso llegaron las lluvias. El gobierno se puede salvar, total si la cosa se nos pone ruda cambiamos de set a la cruzrojadepolancoyya, pero los damnificados no tendrán esa opción.

Porque lo mexicano hoy no es hacer, sino que nos vean hacer. Lo mismo pasa con nuestros empresarios. Sus campañas son: dona tú y entonces dono yo; la donación del empresariado nacional no es –nunca, para qué, por qué– un asunto de hacer y ya, de manos a la obra, punto, de plantarse sin demora en la ejecución de la ayuda: no, que anuncien en los medios que voy a donar, a través de mi fundación, cuando el pueblo mexicano, ese del que me he hecho millonario, saque la casta, muestre que somos solidarios, que nos hermanamos en la tragedia…

Virgencita que retiemble en sus centros la tierra para que podamos hacer product (o candidato) placement y ganar reputación empresarial (o partidista o gubernamental). Amén.

Felices fiestas patrias.