Salvador Camarena: Gobierno y Morena, sin muralla china

AMLO no deja de mencionar a las 'corcholatas' que podría sucederlo en el 2024
AMLO no deja de mencionar a las 'corcholatas' que podría sucederlo en el 2024
La pelea.AMLO no deja de mencionar a las 'corcholatas' que podría sucederlo en el 2024
Cuartoscuro
autor
Salvador Camarena
Periodista
2022-07-27 |07:12 Hrs.Actualización07:12 Hrs.

Ayer tuvimos tres ejemplos de que es imposible gobernar y hacer campaña sin terminar enredando esas agendas en una sola.

Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Monreal y Claudia Sheinbaum hablaron este martes del proceso interno de Morena desde espacios públicos que están diseñados institucionalmente para todo menos para hacer labor partidista.

El Presidente de la República, el líder senatorial y la jefa del Gobierno capitalino se pronunciaron sobre la eventual candidatura morenista a la Presidencia. Y lo hicieron, respectivamente, desde púlpitos instalados en el Palacio Nacional, en el edificio del Senado y en la sede del Ayuntamiento.

Algunos dirán que este descaro tiene algo de saludable, que nuestras leyes electorales se volvieron tan coercitivas que terminaron por coartar las posibilidades de que la gente de la política haga… política.

Puede que asista parte de razón a quienes así piensan: hay algo de cierto en que al controlar tanto se abrió la puerta a toda clase de simulaciones. Porque, como aquí he comentado, siempre ha sido una mala broma eso que los suspirantes nos decían para justificar su activismo partidista: “hago proselitismo sólo en fin de semana”; “pedí el día para irme de gira”; “pago mis actividades de preprecampaña con mi dinero…”, pamplinas.

El problema es que, por coercitivas que hayan resultado nuestras leyes, buscaban preservar dos elementos cruciales en los que la democracia mexicana nunca ha sido campeona: evitar el uso y abuso de los recursos públicos a favor de un partido o candidate, y ello particularmente en aras de fomentar el principio de equidad entre aspirantes. Evitar corrupción y cuidar que el piso estuviera parejo.

Hoy en Morena se ha desatado una discusión –entre otras– por la manera en que ha de elegirse, dentro de más de un año (¡!) al candidato del oficialismo. Los reclamos, contundentes, de Ricardo Monreal sobre la poca confiabilidad de las encuestas en manos de Mario Delgado han sido secundados, con algunos matices, por Marcelo Ebrard.

Frente a eso, el titular del Ejecutivo usó la mañanera para defender ese eventual proceso partidista, y la jefa de Gobierno, también en conferencia de prensa en un recinto oficial, pidió cuidar el movimiento.

En otras palabras: dos personajes de Morena que se ven en desventaja piden que las reglas sean claras; y la supuesta favorita del Presidente y el mandatario mismo defienden el statu quo. Las primeras víctimas, pues, del posible abuso de recursos públicos, de falta de condiciones de equidad en la competencia, estarían dentro del propio lopezobradorismo.

Monreal fue aún más claro y se quejó ayer de favoritismo. De que cuando otros compañeros –digamos Sheinbaum, apunto yo– van a los estados, los reciben gobernadores de su movimiento. En cambio, a él no.

Y el zacatecano se queja de eso en un micrófono pagado no con las cuotas partidistas que recibe Morena, sino con los dineros que los contribuyentes dan al Senado para otras actividades muy distintas a quejarse de gandallismo en la competencia prepreelectoral. Y como él Marcelo, Claudia y el Presidente.

Al adelantar la sucesión, pero sobre todo al nunca haber cuidado él mismo los límites entre partido y gobierno, al no haber puesto una muralla china, AMLO no sólo desató los apetitos de distintos suspirantes, sino que abrió la puerta de las tentaciones. Si se usa un foro oficial para hablar del partido, ¿qué de raro sería que se utilice parte o mucho erario para una preprecampaña o en la campaña?

La equidad ya fue, la corrupción asoma, y de su obligación de estar 100 por ciento en la labor de gobernar, ni hablamos.