Salvador Camarena: Gobernadores, el otro criterio de oportunidad

Este martes los mandatarios acudieron al llamado del presidente López Obrador
Este martes los mandatarios acudieron al llamado del presidente López Obrador
Los gobernadores.Este martes los mandatarios acudieron al llamado del presidente López Obrador
Cuartoscuro
autor
Salvador Camarena
Periodista
2021-03-24 |06:56 Hrs.Actualización06:56 Hrs.

Política implica escenificación. López Obrador lo sabe como pocos. Ayer el Presidente realizó otro montaje. Inventó una ceremonia. Las elecciones ya no son ciudadanas, los comicios también me los deberán a mí, fue parte del mensaje implícito de este inédito convite en el que reunió en Palacio Nacional a buena parte de los gobernadores de la República.

Todo en esa representación fue singular. En tiempos recientes, al recibir al macizo de los gobernadores el gobierno federal era cuidadoso de que la disposición de los espacios dejara, sí, para el jefe del Estado el lugar principal, pero cedían parte del protagonismo a los otros jefes. Compartían algo del lucimiento.

En el caso del presidente López Obrador eso no ocurre. Los gobernadores asisten a una mañanera, reciben una clase de historia, son convidados de paja. Escuchas, firmas y te vas.

Andrés Manuel López Obrador quiso que los gobernadores endosaran una carta donde él se compromete a que no hará trampa. O algo parecido. Es el gran succionador de poder. Si el INE lleva, para bien o para mal, un cuarto de siglo como eje de los comicios federales, AMLO quiere que eso sea pasado, o reducirlo a un carácter accesorio, a mero procedimiento: las elecciones también soy yo, es el mensaje. Me las deberán a mí. O, parafraseándolo, que el pueblo advierta que él, que fue elegido para ser mandado, tiene la voluntad de respetar el ejercicio donde ciudadanos deciden a quién más darle mandato.

La idea, ya se sabe, tiene semanas en eso que se llama la opinión pública. Un día, como tantas cosas en este sexenio, en una mañanera Andrés Manuel sacó de la manga una carta. Otra carta. Quiero que la nación sepa que llamo a respetar el proceso electoral. La idea movería a la carcajada si no fuera porque nada es chistoso con López Obrador. Todo es grave. Tiene en cada acto la decisión de imponerse, con o sin razón, venga o no al caso con las verdaderas prioridades de México.

Así desveló que pretendía que los mandatarios estatales le secundaran en la ocurrencia de llamar a no meterse en comicios. Que le celebraran la originalidad. A él, que denosta a todo aquel que discrepe; a él que divide como respira, que no respeta la pluralidad, a la que sólo acepta como referente para ilustrar lo perniciosos que son quienes no que le apoyan.

La respuesta inicial de los gobernadores fue diversa. Adhesión de algunos, reserva de otros, crítica de los menos. Pero en cuestión de semanas ha logrado que su misiva sea respaldada prácticamente de manera unánime.

¿Por qué los gobernadores no han podido ser institucionales y mantenerse alejados de un evento sin asideros legales, que sólo sirve para reiterar la centralidad de quien pretende que no haya hoja que en el país se mueva sin su aquiescencia?

Quizá la mejor respuesta es que AMLO aplica, a su manera, algo parecido a esa figura legal tan novedosa como ensuciada por la Fiscalía General de la República: el criterio de oportunidad. Mira, colabora conmigo, apoya lo que digo, y no aparecerás en alguna declaración de los presos cantarines que este sexenio tiene a mano. Y los mandatarios, que saben que López Obrador no duda en usar el poder, han terminado por aceptar la carta con tufo a presidencialismo engolosinado.

López Obrador fustigaría a todo miembro de su partido que colaborara institucionalmente con un mandatario federal. De la misma forma, como Presidente no tolerará que le regateen aplausos a cada una de sus iniciativas, porque llamarlas ideas me parece un exceso.