La fiscalía autónoma sí existe. Tan existe que Alejandro Gertz Manero puede sentirse a salvo en tanto el Presidente de la República no encuentre respuesta al gran acertijo político que supone una eventual remoción –si hubiera acaso la voluntad de Palacio– del actual titular de la FGR y el nombramiento de su sustituta (o).
Tras la divulgación de comprometedores audios de Gertz Manero con su brazo derecho, Juan Ramos, el lunes todo México esperaba la reacción de Andrés Manuel López Obrador. Las críticas al "espaldarazo" ese día de AMLO a Gertz no se hicieron esperar.
La opinión pública una vez más suponía que este Presidente actuaría al gusto de la comentocracia, sin querer recordar que el tabasqueño se resiste al máximo a que le impongan agenda, incluso mediante escandalosas filtraciones como las que conocimos el viernes.
Porque encima, cambiar a un fiscal no es enchílame otra (perdón por lo sofisticado del argumento). Si ese fiscal se apellida Gertz, menos. Y en este momento del sexenio supone claras complejidades.
El diseño de la actual fiscalía prevé que el titular dure nueve años. Y para nombrar a otro se debe involucrar al Senado, donde todavía manda hoy alguien a quien López Obrador ha maltratado desde las elecciones pasadas.
Entonces, el primer tema de quitar a Gertz es tener que sentarse con Ricardo Monreal, líder de los senadores –y no sólo de los de Morena– para echar a andar un nombramiento que necesitaría dos terceras partes de votos en la Cámara alta, lo que añade nueva complejidad: negociar con opositores a los que también se ha golpeado.
¿Podría encargarle a la senadora Olga Sánchez Cordero y a Adán Augusto López, secretario de Gobernación, esas diligencias, esos acuerdos? Sí, pero entonces la ruptura con Monreal sería prácticamente total. Otro costo a ponderar. Y sin olvidar, como siempre se dice del zacatecano, que éste puede hacer que pierdas una elección.
En el escenario de que el Senado no sea problema, que se confeccione una lista de 10 candidatas y candidatos para que el Presidente elija una terna y de ahí salga la persona a hacerse cargo de la Fiscalía General de la República… siguiente asunto: ¿tiene fichas el Presidente para ese puesto? ¿O se intentará torcer la ley para que llegue una amistad del mandatario como ha ocurrido con tantos y tantos nombramientos que no cumplían puntualmente los requisitos, así sea en el importantísimo cargo de fiscal general? Y, otra vez, ¿con qué costos en el Senado y en la opinión pública?
Se ha publicado recientemente que ya hay planes en Palacio para sustituir a Gertz. Un escenario es que éste renuncie, el Senado no mande la lista de 10 candidatos que debe enviar en 20 días y por tanto AMLO designe a un fiscal provisional –cosa que sí contempla la ley–, y que dure meses y meses así, pero sería patear el bote. Son conjeturas, claro, pero como antecedente Peña Nieto ya tuvo una PGR sin titular por más de un año.
Por último, pero no menor, como bien dejó claro ayer con Ciro Gómez Leyva, Gertz Manero no tiene intención de tirar la toalla ni mucho menos. Así que quitarlo supondrá una maniobra en la que habrá que calcular cuán poderoso es –cuánta información tiene, pues– el actual fiscal.
AMLO no podía despedir a Gertz el lunes. El Presidente no es un improvisado en la política. Lo que se escucha en los audios es para que corran al fiscal, sí, pero es autónomo. Así se le nombró, y cambiarlo será todo un proceso político.
Lo que se escucha en los audios es para que corran al fiscal, sí, pero es autónomo
