Salvador Camarena: El problema de la pasarela morenista

La pasarela de aspirantes está diseñada por el presidente López Obrador
La pasarela de aspirantes está diseñada por el presidente López Obrador
Las corcholatas.La pasarela de aspirantes está diseñada por el presidente López Obrador
Cuartoscuro
autor
Salvador Camarena
Periodista
2022-06-20 |07:18 Hrs.Actualización07:18 Hrs.

La izquierda de antes padeció grandemente la enormidad de recursos que en el viejo régimen tenía el PRI en las elecciones. Ahora, desde el poder, parte de aquella izquierda ha arrancado una pasarela electoral que implica beneficios para el oficialismo, y claras desventajas para la oposición.

Morena tiene hoy 20 gubernaturas directas y dos simigubernaturas (San Luis Potosí y Morelos; lo mismo, pero más caro). Por ello, en dos terceras partes del país los gobernantes morenistas invitarán a las corcholatas a una kermés, un foro, un jaripeo, la presentación de un libro –cualquier libro–, un informe de trabajo, una firma de convenio, otro foro, una festividad tradicional y lo que ustedes gusten y manden.

Muchísimo de eso será artificial: actos diseñados para el lucimiento de equis o ye corcholata, con auditorios controlados, nada de debates sustanciales y, si así lo decide el Presidente de la República, en muchos casos la pasarela incluirá a los tres elegidos por el señor para que éstos se placeen y éste calibre el aplausómetro.

Al decir pasarela cualquiera recordará el ejercicio de Miguel de la Madrid para legitimar su dedazo. Fueron entonces seis, pero sabemos quién era su favorito.

El surgimiento de aquella pasarela fue a contrapelo de los reclamos para que el PRI se democratizara. Una simulación de apertura, muy a la vieja usanza.

La de hoy es una imposición del señor Presidente a tal grado que incluso ha marginado al líder del Senado Ricardo Monreal. ¿Nueva usanza de la simulación?

Ergo, este prematuro placeo oficialista es un mecanismo de control del dueño único del proceso de selección de candidato, antes que un ejercicio democrático del movimiento.

El desfile de corcholatas podría vulnerar la equidad electoral, uno de los principios democráticos en los que más han invertido varias generaciones de mexicanos.

La pasarela está diseñada por el Presidente, y es promovida por él, ni más ni menos, que desde Palacio Nacional y en uso de medios oficiales, como parte de sus intentos para copar el espacio público sólo con los precandidatos presidenciales de Morena.

El viejo sistema priista era socarrón. Gandallas como siempre fueron, dizque guardaban las formas, pero a la primera de cambios se les notaba la prepotencia de saberse ganadores de antemano, por los fraudes y por la inutilidad de cualquier reclamo opositor. Así fue hasta los años 80, cuando robar elecciones se les hizo más difícil y/o costoso.

Los reclamos de la entonces oposición eran, sobre todo, para que el piso fuera parejo. Que el acceso equitativo a los medios masivos estuviera garantizado; que el gobierno no interfiriera, con programas o propaganda, en las preferencias; y que el dinero pudiera fiscalizarse para saber si el erario se desviaba, si el partidazo gastaba de más o si otras manos amarraban negocios a priori.  

La actual pasarela ocurrirá en el siguiente entorno: el gobierno federal es más opaco que los anteriores, sostiene un decidido embate en contra de instancias electorales que fiscalizan y monitorean recursos y actividades que podrían configurar actos anticipados de campaña y ha mostrado proclividad para usar a la UIF y a la FGR contra opositores. Todo eso sin mencionar el partidismo declarado y asumido del Presidente de la República.

Habrá mucho folclor en la larga pasarela. Ríos de tinta, toneladas de bytes, pero sobre todo mucho dinero para organizar eventos “en días de descanso” y que éstos se “desplieguen” en prensa y redes.

Los beneficiados serán los que hace no tanto, unos cuantos añitos, se quejaban de inequidad. Es legal, nos dicen desde ya. Sí, igualito decían los socarrones priistas.