Salvador Camarena: El error de Xóchitl

El error de la aspirante es que confía demasiado en su habilidad para el botepronto
El error de la aspirante es que confía demasiado en su habilidad para el botepronto
Xóchitl Gálvez.El error de la aspirante es que confía demasiado en su habilidad para el botepronto
Cuartoscuro
autor
Salvador Camarena
Periodista
2023-09-22 |07:00 Hrs.Actualización07:00 Hrs.


Hace no mucho un aspirante a la Presidencia puso a su equipo, limitado en número y presupuesto, a recorrer casas de amigos y parientes. Confiscaron fotografías de tiempos idos de ese que se lanzaría a la campaña. Imágenes inocentes en un contexto juvenil o familiar, mas mortales mediáticamente.

Así se hacen las campañas serias, controlando, para empezar, el pasado del o la candidata, operación clave para que la biografía a presentar al gran público resista duros escrutinios y legítimas dudas sobre la consistencia entre promesa y realidad de quien pide votos (confianza, pues).

El entusiasmo o lo genuino del esfuerzo no bastan en política, donde la imagen es muchas veces la única realidad al alcance de la masa. Nadie puede escamotear a Xóchitl Gálvez que está dando una recia batalla contra todo un régimen, pero con eso no alcanza. Ni en tiempos normales, ni hoy.

El error de Xóchitl no es haber plagiado en su tesina para obtener el grado. El verdadero, y más revelador, desacierto es que no estaba listísima para responder, cuando es de Campañas I que te revisarán de pe a pa estudios, finanzas y compañías (familia y amistades, I mean).

Trivia: ¿cuántas campañas naufragan en Estados Unidos por una infidelidad largamente ocultada que el vivillo del político creyó que nadie descubriría al saltar a competencias más importantes? Respuesta: prácticamente todas, porque creerse más listos que la prensa o sus adversarios no jala.

Xóchitl tuvo muchos meses para preparar su biografía rumbo a un cargo más alto, pero no hizo la tarea. Ese es el error de esta campaña, que de tiempo atrás no se están haciendo los deberes. 

Que nadie diga –porque hay quien no desea ver lo evidente– “ay, hace apenas tres meses empezó, y vean lo sucios de sus adversarios, discúlpenla, son sólo unos párrafos”; no, su tesis iba a ser tema incluso si se hubiera quedado en la carrera por la CDMX, para la que dijo que sí estaba preparada.

Haber plagiado en 2010 no es un error menor. No tener lista la disculpa adecuada y la estrategia para salir avante cuando fuera cachada, o incluso no haberse adelantado para reventar ella el tema calculando los menores daños posibles, es en efecto una pend… política.

El error de Xóchitl es que hace mucho no se detiene a pensar, que no para y cree que con andar como chinampina por la República le bastará para vencer a AMLO, a Claudia Sheinbaum y a todo el aparato de Morena. No voy a repetir que eso es más que un desatino.

El error de Xóchitl es que confía demasiado en su habilidad para el botepronto: las quiere atajar como se las pongan o se las presenten, demostrar que es buena para revirar, que tiene chispa y no se raja. Eso está bien para un concurso de albures, no para vencer a un aparato de Estado. 

El error de Xóchitl es que no tiene equipo a la altura del reto y que los partidos que la acompañan tampoco se hacen cargo de sus obligaciones. 

Lo que vemos es que el Frente y ella no se han acoplado, no trabajan juntos. Ni en el día a día de una oferta clara que vigorice la campaña, y haga sentir un arrastre opositor con moméntum, ni en atajar las crisis montando una gran palizada que proteja a la candidata.

El error de Xóchitl es que minimizó una falla personal que cuestiona su integridad, el de alguien que ofrece en campaña un estándar más alto de honestidad y profesionalismo. Un error que delata una preocupante autosuficiencia.