Salvador Camarena: AMLO, ese neocalderonista

"López Obrador es prácticamente idéntico a su odiado Felipe Calderón"
"López Obrador es prácticamente idéntico a su odiado Felipe Calderón"
A la par."López Obrador es prácticamente idéntico a su odiado Felipe Calderón"
Cuartoscuro
autor
Salvador Camarena
Periodista
2022-03-02 |07:12 Hrs.Actualización07:12 Hrs.

La mañanera de ayer tuvo el olor, nada agradable, de un fracaso. De uno que, encima, hemos visto desde hace dos sexenios.

La inseguridad comienza a averiar la narrativa oficial del gobierno que quiso proscribir el tema de la violencia; porque la estrategia de no confrontar a la delincuencia puede bajar algunos índices, pero no oculta el poderío ni la flagrante impunidad con que actúan los criminales. En este retorno al pasado, López Obrador es prácticamente idéntico a su odiado Felipe Calderón.

La explicación gubernamental de este martes en Palacio, rala y tardía, de la masacre ocurrida el domingo en San José de Gracia, repasó el guion del calderonismo casi nota por nota.

El subsecretario Ricardo Peralta, por ejemplo, deslizó en su exposición matutina de lo que quisieron compartir sobre lo que sabían de los hechos, su disgusto con la actuación de las policías municipales. Culpar a cuerpos mal preparados y prácticamente en el abandono desde hace décadas de no detener a comandos equipados para una guerra... Igual se oía en los tiempos de Calderón.

De forma similar, la exposición de Peralta hizo todo menos tranquilizar. No que fuera nuevo, pero escuchar en voz de la autoridad (es un decir) las facilidades que tienen los delincuentes para: imponer vetos sobre a dónde puede ir alguien, transitar armados en caravana, cercar espacios por horas, asesinar a personas en ruidosas balaceras, limpiar las evidencias, y huir, muestran que, como en el pasado, las capacidades institucionales son una pésima broma.

Porque esta masacre no es aislada, y menos puede ser una sorpresa para las autoridades que se supone que tienen en los límites de Jalisco y Michoacán una de las zonas prioritarias de la pugna entre delincuentes. Pero San José de Gracia desnuda la realidad de que tres años después de iniciada la administración, el invento de la Guardia Nacional es fallido: cuando mucho pueden reconstruir –36 horas después– lo que pasó, no prevenirlo ni enfrentarlo a tiempo.

Y en su reacción inicial sobre estos hechos violentos, la del lunes, López Obrador homenajeó al presidente que sacó al Ejército a las calles como nadie antes que él. Al revestirse del discurso calderonista, Andrés Manuel quiso explicar los hechos culpando a otros con el tono de que hay herencias que le son pesadas y sobre todo actores que se medran con estas coyunturas. En su momento, Calderón llegó a un nivel muy bajo al denostar a organizaciones de derechos humanos. Hoy AMLO hace lo propio con analistas, medios, ONG y víctimas. Tan parecidos.

En diciembre se cumplieron 15 años del inicio de la llamada guerra de Calderón. Aferrado a unos números que hablan de descenso en algunos delitos, el gobierno de López Obrador hace unos días se felicitaba. Lo que el actual gobierno tampoco entendió del pasado, es que las cifras ayudan a tener un parámetro, mas el territorio se ha ido perdiendo, y muchas veces índices delincuenciales a la baja son porque prima el narco, no porque se haya impuesto el Estado. Y eso la gente lo padece en carne propia aunque no denuncie.

Como Calderón, López Obrador quiso hacer su policía. Obtuvo el respaldo total del Congreso para ello. Sin embargo, al igual que el panista en su primer trienio, ha despreciado la colaboración de colectivos de víctimas, ha desconfiado de autoridades de otros niveles y ha vuelto de esta batalla un asunto donde se desprecia a expertos independientes.  

Nos enteraremos por blogs o narcomantas, antes que por el gobierno, de cuántas fueron las personas asesinadas en Michoacán, donde hay un operativo federal… como en tiempos de Calderón.