Estrictamente Personal

‘Eso no se va a dar en México’

Morena traicionó a los mexicanos cuando decidió que el poder importaba más que las causas; cuando convirtió la moral en discurso y la ley en obstáculo.

Muy extraña fue la respuesta que dio la presidenta Claudia Sheinbaum ayer cuando le preguntaron su opinión sobre los resultados de la elección presidencial en Chile, donde el candidato de extrema derecha, José Antonio Kast, aplastó a la candidata de izquierda, Jeanette Jara, en el giro político-ideológico más radical desde las elecciones de 1990, que marcó el fin de la dictadura militar. “Eso no se va a dar en México”, afirmó Sheinbaum como preámbulo de la contestación. ¿Por qué no se limitó a hablar sólo de Chile? ¿Por qué puso a México en el espejo chileno? ¿Es que acaso lo que tiene es temor a una sorpresa en las elecciones intermedias de 2027 o en las presidenciales de 2030?

Sheinbaum enumeró tres razones por las cuales, dijo, no seguiría los pasos del presidente Gabriel Boric que la llevaran a entregar el poder a la oposición: porque “hay mucho apoyo popular al gobierno”; porque están cumpliendo y no han traicionado a lo que se comprometió ella y su antecesor, Andrés Manuel López Obrador; porque hay resultados: la disminución de la pobreza y las desigualdades, además de que “la mayoría” de la ciudadanía está de acuerdo con la transformación que emprendieron, y porque hay unidad en el movimiento que da resultados, como, subrayó, la honestidad.

Kast, que perdió ante Boric en 2021, abandonó el discurso más conservador que polarizó a una parte del electorado y lo mostró como un riesgo para la estabilidad democrática y social, lo que limitó sus posibilidades para atraer a votantes moderados o de centroderecha, para enfocarse en los dos asuntos que más preocupan hoy a los chilenos: la migración y la inseguridad, que consideran es consecuencia de lo primero. Ganó por 16 puntos, con lo cual la ola derechista que está recuperando poder en América Latina siguió su fuerte marcha.


¿En dónde vio Sheinbaum que aparecía México en el mapa chileno? En lo que han mencionado varios analistas: la ineficiencia del gobierno de Boric para atender los principales problemas de los chilenos. Boric se convirtió en un líder legítimo pero poco eficiente, lo que lo llevó a presidir una democracia débil. Sheinbaum, como López Obrador, tiene alta legitimidad, pero también es profundamente ineficiente. Lo que sí se puede argumentar es que sus explicaciones del porqué lo sucedido en las elecciones chilenas “no se va a dar en México”, son muy pobres y limitadas.

Hay una disminución de la pobreza y las desigualdades, pero los indicadores económicos apuntan que será un logro efímero. No hay ni habrá crecimiento porque no hay incentivos para ello, y el famoso “humanismo mexicano”, donde no importa el crecimiento sino el bienestar, sirve para engañar, pero tiene vida corta. La caída en la aprobación de los apoyos sociales registrada en la última encuesta de EL FINANCIERO, refleja insatisfacción y lanza alertas, porque son el combustible de su poder. Las protestas en el campo hablan de la crisis en el sector, y la debilidad en el crecimiento del empleo y el repunte de la informalidad sólo traen malos vaticinios. Lo que sobra es violencia, inseguridad y corrupción, y escasea honestidad.

Morena no ha estado a la altura de lo que prometió a los mexicanos. Los ha traicionado. El nuevo régimen llegó al poder montado en una promesa simple y contundente: ser distinto. Y en ese adjetivo deliberadamente ambiguo cabía todo: honestidad, justicia social, cercanía con el pueblo, fin de la corrupción, respeto a la ley. Hoy, a siete años de haber tomado el control del Estado, lo único distinto es la profundidad de la decepción.

La traición no fue un acto único ni espectacular. No hubo un golpe dramático ni una ruptura visible. Fue una traición administrada, cotidiana, normalizada. Morena traicionó a los mexicanos cuando decidió que el poder importaba más que las causas; cuando convirtió la moral en discurso y la ley en obstáculo; cuando sustituyó instituciones por lealtades y técnica por obediencia. Desarmó la escalera por la que subieron hasta Palacio Nacional.

Prometió combatir la corrupción y la hizo selectiva. No se erradicó: se administró políticamente. El corrupto dejó de serlo si se afiliaba, si callaba o si servía. Los expedientes se convirtieron en armas y la justicia en escenografía. El mensaje fue devastador: la corrupción no se castiga, se perdona si es útil. Todos los días nos da prueba de ello. Prometió pacificar al país y lo entregó a la violencia. El “abrazos, no balazos” no fue una política de Estado, sino una renuncia del Estado. Se retiró la autoridad de amplias zonas del territorio, se debilitó a las fuerzas civiles y se normalizó que el crimen organizado fuera un actor más del paisaje nacional. No fue ingenuidad: fue negligencia ideológica.

Prometió respetar la democracia y trabajaron para vaciarla. Atacó al INE, al Inai, a todos los órganos autónomos. Presionó al Poder Judicial, desacreditó a la prensa crítica y convirtió la conferencia mañanera en tribunal político. No eliminó la democracia, pero la erosionaron todos los días, convencidos de que la legitimidad electoral justifica cualquier exceso. Llevó a México de un país de incipiente democracia, a una regresión rumbo al autoritarismo.

Prometió gobernar para los pobres y usaron a los pobres como escudo. Los programas sociales se transformaron en instrumentos de control político. No construyó movilidad social, sino dependencia. No empoderaron ciudadanos, administraron beneficiarios. El asistencialismo sustituyó a la política pública. Y, finalmente, traicionó algo más profundo: la esperanza. Morena no sólo falló en cumplir lo que ofreció; redefinió el fracaso como virtud y el error como conspiración. Ha gobernado con soberbia y petulancia, sin autocrítica, sin corrección y sin responsabilidad. Todo lo malo fue culpa del pasado, del neoliberalismo, de los adversarios, de los medios, de Estados Unidos, de todos menos de ellos.

El espejo chileno no refleja a México, porque al México del nuevo régimen el espejo le queda chico. Esto, sin embargo, no es un prólogo de la derrota de Morena en las próximas elecciones ni aventura tal vaticinio. Es una pincelada que muestran al México de la cuatroté en peores condiciones de las que tenía el Chile de Boric, que no tenía los instrumentos clientelares que permiten a la cuatroté aspirar a continuar con el control del país, al menos por el momento.

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