Finalmente, en la guerra contra los cárteles se estableció una prioridad: eliminar a las organizaciones criminales en la región de Tierra Caliente de Michoacán. En los últimos días se dio una secuencia de eventos que perfila los objetivos, Cárteles Unidos y Los Viagras, que se escindieron de esa organización surgida de los grupos de autodefensa nacidos hace 12 años, penetrados por los hermanos Beltrán Leyva y el Cártel de Sinaloa, que utilizaban esa región para el trasiego de metanfetaminas.
Tres noticias marcan el inicio de una guerra propuesta por el gobierno de Estados Unidos a México:
1.- Un dron no tripulado de Estados Unidos, detectado sobre la zona de Valle de Bravo, que estaba recolectando inteligencia en la región de Tierra Caliente, que activó sus sistemas para permitir ser rastreado únicamente afuera del perímetro de Tierra Caliente, lo que sugiere un mensaje a los criminales sin revelar los objetivos que están espiando.
2.- El Departamento del Tesoro congeló activos y aseguró propiedades en su país de Cárteles Unidos y Los Viagras, así como de siete individuos, entre los que destaca Juan José Farías Álvarez, El Abuelo, socio histórico de los cárteles que operaban en Tierra Caliente y líder de Cárteles Unidos, y Nicolás Sierra Santana, jefe de Los Viagras.
3.- El Departamento de Estado ofreció recompensas que suman 26 millones de dólares por información que lleve a la captura de cinco de los señalados por el Tesoro, incluidos los dos dirigentes criminales, que han elevado la producción en gran escala de metanfetaminas –cuyos precursores llegan del puerto de Lázaro Cárdenas–, y trafican fentanilo.
Oficialmente, el gobierno de Estados Unidos actuó contra ellos por la “rampante extorsión” al sector agrícola, un punto de presión de Washington a Palacio Nacional que culminó con la estrategia para combatir el delito que presentó el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, casi tres semanas antes de que Estados Unidos actuara públicamente. Sin embargo, la extorsión, por más extendida que esté, no justificaría ni explicaría la presencia del dron.
El dron fue identificado extraoficialmente como un MQ-9B, de la familia del MQ-9 Reaper, una de las naves no tripuladas de combate e inteligencia más eficaces de Estados Unidos. El modelo, que no portaba armas, es operado por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, y probablemente salió de la Estación Naval de Corpus Christi, en Texas. El MQ-9B suele utilizarse más en la vigilancia marítima que en tierra firme, como es el caso de la operación en México.
La utilización de esos drones, que han realizado sobrevuelos sobre la región de Tierra Caliente durante 20 semanas de manera regular, como parte de una investigación de los servicios de inteligencia estadounidenses –en cooperación con las autoridades mexicanas–, se intensificó por las alertas en Estados Unidos cuando detectaron a un colombiano y un venezolano que habían llegado a capacitar a los cárteles en esa zona del país, directamente de Ucrania.
Los sudamericanos, cuyos nombres no fueron revelados, pelearon con la 76.ª División Aerotransportada de la Guardia de Rusia, que forma parte de las fuerzas de élite aerotransportadas rusas, conocidas por su capacidad de despliegue rápido y movilidad excepcional. Se sumaron a una fuerza criminal que cuenta con mexicanos y extranjeros que han estado en guerras en Europa y Asia, pero con una capacidad muy distinta: el manejo de drones sin necesidad de radiodifusión.
Este tipo de información es lo que probablemente se encuentra detrás de las afirmaciones de Steven Willoughby, director interino de la Oficina de Gestión del Programa de Sistemas de Aeronaves No Tripuladas del Departamento de Seguridad Nacional, que el 22 de julio pasado dijo ante el Comité Judicial del Senado que los cárteles de la droga están realizando casi diariamente vigilancia “hostil” de los cuerpos de seguridad estadounidenses. “En los últimos seis meses de 2024 se detectaron más de 27 mil drones a menos de 500 metros de la frontera sur, operando casi 60 mil vuelos, la mayoría de ellos conducidos de noche o a altitudes restringidas”, agregó. Willoughby recordó en su testimonio que en Ucrania y el Medio Oriente se están utilizando los drones para realizar ataques cinéticos, que son aquellos que con fuerza física y violencia dañan o destruyen objetos y sistemas. “Es sólo cuestión de tiempo para que (los cárteles mexicanos) ataquen a estadounidenses o a las fuerzas de seguridad”, subrayó.
Si el uso de drones se convirtió en una amenaza directa para la seguridad nacional de Estados Unidos, el que se estén capacitando grupos criminales en el manejo de naves no tripuladas sin radiodifusión escala el conflicto de una manera vertiginosa. Los drones que operan sin radiodifusión son los autónomos programados (GPS/INS), que también se llaman “kamikaze”, que no emiten señales, por lo que son más difíciles de detectar y neutralizar.
A este tipo de naves se les cargan rutas y puntos de referencia (llamados waypoints) antes del vuelo, y ejecutan su misión de forma automática mediante los GPS y los sistemas de navegación inercial (INS). Una vez que son lanzados, buscan su objetivo mediante algoritmos de reconocimiento o preprogramación, sin tener que depender de ningún operador remoto, a diferencia de aquellos que son radiocontrolados, muy eficientes en operaciones de alta precisión o vigilancia prolongada –como los utilizados sobre el territorio mexicano–, pero vulnerables en la guerra electrónica.
No se sabe de la existencia de naves no tripuladas fabricadas en el extranjero que hayan acompañado la llegada del colombiano y el venezolano, y hasta el momento los únicos drones que han sido utilizados son de fabricación doméstica, aunque cada vez más sofisticados. De cualquier forma, es el principio de un salto cualitativo al combate contra los cárteles de las drogas en México, al empezar a trasladarse la estrategia de formas convencionales a modelos de guerra electrónica.
La guerra electrónica que se está peleando en Ucrania y el Medio Oriente es por el control del espectro electromagnético, y quien llegue a dominar las ondas de radio y las señales digitales, deja sordos y ciegos a sus enemigos, permitiéndoles realizar ataques letales sin ser detectados. Lo que viene en Michoacán es para que eso no pase.