Raymundo Riva Palacio: Los soldados de la 4T

El presidente López Obrador junto a Arturo Farela (a su derecha) el 23 de febrero en Palacio Nacional
El presidente López Obrador junto a Arturo Farela (a su derecha) el 23 de febrero en Palacio Nacional
Reunión.El presidente López Obrador junto a Arturo Farela (a su derecha) el 23 de febrero en Palacio Nacional
Facebook/Arturo Farela
autor
Raymundo Riva Palacio
Periodista
2019-07-03 |06:36 Hrs.Actualización10:55 Hrs.

La cuarta transformación tiene un estado superior, el paraíso, pero terrenal, no metafísico. Para alcanzarlo, sin embargo, se necesita la fe. Y para alimentar la fe y utilizarla como catalizador, se necesita un ejército. 

Esta milicia la tiene lista el presidente Andrés Manuel López Obrador, miles de personas en espera de sus instrucciones para comenzar a difundir el evangelio de la “nueva patria” que anunció el lunes en el Zócalo, que se sustentará en la inyección de principios éticos. 

López Obrador, un hombre profundamente religioso, fundamenta en ese conjunto de valores el éxito del país que desea. El general que comandará las tropas que diseminarán sus postulados es Arturo Farela, quien fue presentado nacionalmente el 8 de junio, al ser uno de los invitados a hablar en Tijuana, en el acto presidencial tras la suspensión de la aplicación de aranceles.

Farela es presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas y Evangélicas, la Confraternice, y lo conoce hace más de 20 años, cuando era jefe de Gobierno de la Ciudad de México. 

“Somos amigos”, dice. “Nuestra amistad se basa en una relación cien por ciento espiritual, no política. Mi amistad es con él porque es un hombre de integridad, es un hombre de principios y valores. Un hombre que lucha por la justicia, equidad, especialmente de los más desvalidos”. 


Al mando de él, decenas de pastores evangelistas predicarán en los templos y casa por casa los contenidos de la Cartilla Moral, comenzando por 100 mil folletos que repartirán en todo el país en una semana.

López Obrador es cristiano, aunque suele esconder sus creencias, sin esconder su religiosidad, y con Farela ha caminado durante un largo trecho de su vida pública. 

López Obrador ha hecho de la religión un elemento inseparable de la estructura política del país, como lo hizo Ruhollah Musaví Jomeini, que regresó a Irán del exilio en París a principios de 1979, para encabezar la Revolución Islámica ese mismo año que derrocó al sha Mohamed Reza Pahleví, y transformó dramáticamente el horizonte político y religioso en su país, escribió en 2008 Gregg Bruno, en un memorando para el Consejo de Las Américas.

El presidente no ha dado detalles de cómo instrumentará el adoctrinamiento moral de los mexicanos, pero la semana pasada, en una entrevista con Enrique Hernández en el programa el Hueso, de W Radio, Farela reveló cómo lo habían acordado. La entrevista de casi 19 minutos, sintetizada aquí por espacio, no tiene desperdicio.

EH: El presidente no va a misas católicas o a cultos evangélicos, ¿verdad?

AF: Que yo sepa no. El (miércoles de la semana pasada) le preguntaron en la mañanera qué religión profesaba y dijo ‘yo soy seguidor de Jesús’. Eso es ser discípulo de Jesucristo. Un seguidor de Jesús es un alumno, un estudiante de la vida de Jesús. Jesús murió en la cruz, pero siempre defendió a los pobres, siempre defendió a las mujeres. Siempre defendió a los niños y a los ancianos.

EH: ¿Es verdad que usted incluso en Palacio Nacional ha orado junto con el presidente López Obrador el Memorial de Benito Juárez, padre del Estado laico mexicano?

AF: No el Memorial, pero sí hemos hecho oración, por supuesto que sí. Y no solamente en Palacio Nacional. Lo hemos hecho en Torreón, Coahuila, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, a solas, en público. El presidente no se avergüenza de tener una vida espiritual.

EH: ¿Cuál va a ser y cómo va a ser la participación de las iglesias evangélicas en la predicación o propagación de la Cartilla Moral de López Obrador?

AF: A partir de las dos reuniones que Confraternice ha celebrado con el presidente Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional, una el 21 de febrero y otra el 13 de marzo, el presidente nos hizo favor de invitarnos para apoyarlo en diferentes programas sociales a las iglesias cristianas evangélicas, aglutinadas en Confraternice. Una de las invitaciones que nos hizo fue propagar la Cartilla Moral de Alfonso Reyes.

EH: Y esta labor, ¿cómo se va a realizar en la práctica? ¿Van a ir de puerta de puerta? ¿De iglesia en iglesia?

AF: Inicialmente, las siete mil iglesias que están integradas en Confraternice van a recibir una porción de la Cartilla Moral para los mismos feligreses.

EH: Entonces, cuando uno llegue a misa va a recibir la Cartilla Moral...

AF: Correcto. En los templos, nosotros no le llamamos misa, le llamamos culto. Y otra estrategia, el segundo paso, es a personas que no vienen a los templos cristianos evangélicos, como cuando evangelizamos, aprovechamos para repartir casa por casa o en eventos masivos.

La Confraternidad cuenta con feligreses en siete mil congregaciones. Según Farela, la totalidad de cristianos evangélicos es de alrededor de 35 millones, y en Baja California, Campeche, Chiapas, Chihuahua, Ciudad de México, Estado de México, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz, “tenemos más del 50 por ciento de la población total”. Farela habla el mismo lenguaje de López Obrador.

EH: ¿Por eso le han ofrecido esa red?

AF: Somos un ejército de Dios, de Jesucristo, pero también estamos listos para apoyar al presidente Andrés Manuel López Obrador, no sólo en la distribución de la Cartilla Moral, sino en otros proyectos sociales.


EH: ¿Le parece que eso es violatorio del Estado laico?

AF: Por supuesto que no. (La semana pasada) el Presidente dijo que ‘Estado laico es donde caben todas las iglesias de todas las confesiones religiosas, los ateos, los agnósticos, los 125 millones de mexicanos’. Eso es Estado laico, pluralidad, libertad, democracia, derechos humanos, no antirreligiosidad. El Estado laico no significa ateísmo.

Ciertamente, la religiosidad de López Obrador está presente en todos sus actos, discursos y acciones. Un elemento más de división nacional.