Quintana: El extraño caso de la salida de la subsecretaria de Comercio Exterior

La subsecretaría dejó el cargo luego de la llegada de Buenrostro a la secretaría de Economía
La subsecretaría dejó el cargo luego de la llegada de Buenrostro a la secretaría de Economía
Luz María de la Mora.La subsecretaría dejó el cargo luego de la llegada de Buenrostro a la secretaría de Economía
Cuartoscuro
autor
Enrique Quintana
Director General Editorial de El Financiero.
2022-10-14 |06:59 Hrs.Actualización06:59 Hrs.


Luz María de la Mora, hasta el día de ayer, subsecretaria de Comercio Exterior de la Secretaría de Economía, era, sin lugar a dudas, la funcionaria con el mejor perfil para encabezar las negociaciones con Estados Unidos y Canadá que derivaron de la solicitud de consultas de nuestros socios comerciales con relación a la política energética.

La exsubsecretaria tiene una amplia trayectoria en el comercio internacional y en particular en la confección y negociación de tratados comerciales.

En la medida que participó en el equipo que negoció el Tratado México-Estados Unidos-Canadá, tiene un conocimiento preciso del contenido de este documento y de cómo se llegó a la redacción final.

La permanencia de De la Mora al frente de la subsecretaría de Comercio Exterior, en donde estaba desde el principio del sexenio, fue una garantía de que el conocimiento de esa materia permanecía.

Tras el cambio reciente, con la salida de Clouthier y la llegada de Raquel Buenrostro, las primeras versiones señalaban que De la Mora continuaría al frente de su área.

Parecía una decisión sensata, ya que estamos en medio de las consultas que se realizan respecto a los temas energéticos del TMEC.

Por eso resultó una gran sorpresa cuando el día de ayer nos enteramos de su salida.

Los norteamericanos y canadienses, que tenían a De la Mora como su interlocutora principal en estas consultas, seguramente deben estar también sorprendidos.

¿Cómo explicar este cambio tan importante?

En términos generales se sabía que la subsecretaria, como conocedora del Tratado y de las reglas del comercio internacional, buscaría que México pudiera obtener un acuerdo con sus contrapartes para evitar que se convocara a los páneles de resolución de controversias.

Sin embargo, este acuerdo requeriría de concesiones del lado mexicano.

Aún no se conoce quién será el reemplazo de De la Mora.

Cuando se sepa, será más claro el panorama. Sin embargo, el mensaje de su salida no parece positivo.

Sería sorprendente que el perfil de quien llegara a ese cargo fuera de una persona con vocación negociadora, si no no hubieran tenido que hacer cambios.

Casi todos los expertos que han evaluado este litigio coinciden en que si se llega al establecimiento de los páneles de solución de controversias, México tiene las de perder por las obvias violaciones al texto del Tratado.

Tanto funcionarios de la Secretaría de Economía como de la Cancillería coincidían en la relevancia de evitar que se llegue a la fase de páneles.

Luego de la visita de Antony Blinken a México en los primeros días de septiembre, pareció emerger una vocación negociadora del presidente López Obrador, que, por ejemplo, decidió modificar su discurso del 16 de septiembre, que presuntamente iba a enfocarse en el tema del conflicto con Estados Unidos en materia energética y que al final derivó en un discurso sobre la paz internacional.

Ahora, con el cambio de Clouthier primero, y ayer, con el de la subsecretaria De la Mora, pareciera que vuelve a haber otro giro y de una intención negociadora se pasa a una posición de mayor confrontación.

Resulta también inquietante que este cambio se diera en coincidencia con la realización del Diálogo de Alto Nivel entre México y Estados Unidos en temas de seguridad, con una visita de diversos funcionarios mexicanos a la Casa Blanca encabezados por el canciller Marcelo Ebrard.

Ojalá nos equivoquemos, pero pareciera que nuevamente nos podemos encontrar en una ruta de choque con nuestro vecino del norte.

Aunque los dos países saldrían perdiendo si no se logran acuerdos en el tema energético, sin lugar a dudas el mayor costo lo pagaríamos los mexicanos.