Pedro Kumamoto: La pobreza no termina con discursos ni con mezquindad (II)

En próximos meses podremos saber el impacto en los alumnos por estudiar de manera virtual
En próximos meses podremos saber el impacto en los alumnos por estudiar de manera virtual
El regreso.En próximos meses podremos saber el impacto en los alumnos por estudiar de manera virtual
Cuartoscuro
autor
Pedro Kumamoto
Excandidato independiente al Senado por Jalisco
2021-08-31 |07:26 Hrs.Actualización07:25 Hrs.

Las escuelas volvieron a llenarse de vida, las mochilas de útiles y las lecciones inundan de nuevo las aulas. El día de ayer 25 millones de estudiantes volvieron a sus colegios. Este retorno se da en condiciones críticas para el aprendizaje de la niñez mexicana, la cual requiere hoy una atención fundamental.

El consenso entre las autoridades académicas y especialistas es que la virtualidad afectó el rendimiento educativo. En los próximos meses podremos dimensionar con seriedad la magnitud de los retos pedagógicos y sociales que nos heredó el confinamiento.

Sin embargo, es previsible que los hogares de menores ingresos sean los más golpeados con el rezago del último año de clases a distancia. Entre muchas razones, la falta de acceso a dispositivos electrónicos para mantenerse al día con el programa educativo y en contacto con sus docentes ha detenido el ritmo del aprendizaje. Esta condición podría generar grandes diferencias en el aprovechamiento de estudiantes de un mismo grado y podría, incluso, incrementar la deserción.

Como lo mencioné en este espacio la semana pasada, las políticas sociales que pueden disminuir las brechas de desigualdad no han sido suficientes según las últimas estimaciones de Coneval. En ese orden de ideas, enfrentar el rezago educativo que sufren hoy niñas y niños en todo el país debe ser una prioridad, pues no hacerlo podría tener consecuencias en su futuro y en las oportunidades a las que podrán acceder para salir de un ciclo de pobreza.

Una forma de asumir este reto sería impulsando el programa “Escuelas de tiempo completo”, que ya ha demostrado resultados y que podría ser adaptado a las nuevas circunstancias que demanda este momento de crisis.

La razón para decantarse por este programa es sencilla, se trata de una política educativa orientada a afrontar la desigualdad y la falta de acceso a la educación. Los resultados de este programa han probado que podría ser una de las maneras para enfrentar el rezago educativo.

Con este programa más de 27 mil escuelas han podido ofrecer alimentación, mejorar las condiciones físicas de sus planteles, han brindado más horas de trabajo dentro del aula y han podido ofrecer asesorías especializadas para materias como matemáticas y español a sus estudiantes. Estos elementos han impactado positivamente a los alumnos. Los resultados de los centros educativos que se encuentran en este modelo han mejorado año tras año en evaluaciones como la ENLACE.

La mejora no solo se ha demostrado en el área académica, sino que las escuelas de tiempo completo han presentado una serie de efectos positivos en las comunidades donde se instalaron. En ese sentido, las investigadoras Sandra Creixell y Gabriela Anzo han señalado beneficios entre los que se encuentran una mejor nutrición de las y los niños y adolescentes o el aumento de madres de familia que pueden trabajar.

Como en toda política pública seguramente habrá elementos que corregir y observar. También se tendrán que escuchar los reclamos de docentes para mejorar el programa y darle certidumbre laboral a quienes trabajan en estos esquemas.

En lo práctico, la próxima discusión del presupuesto en la Cámara de Diputados abre la puerta a que se enmienden las reducciones presupuestarias que ha sufrido este programa. Por otro lado, un acuerdo de esta magnitud mandaría un mensaje de fondo: la educación de la niñez y juventudes del país está por encima de cualquier rencilla, golpeteo o negociación.