Pedro Kumamoto: Como si fuera una reconstrucción

La pandemia trajo mucho desempleo y, para muchas familias, pocas posibilidades de generar recursos
La pandemia trajo mucho desempleo y, para muchas familias, pocas posibilidades de generar recursos
La tragedia.La pandemia trajo mucho desempleo y, para muchas familias, pocas posibilidades de generar recursos
Cuartoscuro
autor
Pedro Kumamoto
Excandidato independiente al Senado por Jalisco
2021-03-23 |07:04 Hrs.Actualización07:04 Hrs.

Cuando un sismo, huracán o el desbordamiento de un río afecta a una ciudad, sus impactos pueden percibirse en todo el país, e incluso el planeta. 

Las fotografías de enormes losas de concreto destruidas, la población arremolinada en las azoteas de sus casas, pidiendo ayuda, o los fierros doblados con la blandura de hojas de palma, permiten empatizar instantáneamente con quien lo ha perdido todo y, en muchas ocasiones, lamentablemente a todos.

Los desastres naturales despiertan la solidaridad de otras comunidades porque en cuestión de días se sufre, se padece hambre y se vive un duelo profundo. La tragedia se extiende: su impacto es tan real como su velocidad y contundencia. Y son precisamente estas dos características las que podrían ser vitales en el proceso de reconstrucción. 

A mayor espera y menor precisión en una respuesta por parte de las autoridades, más trabajos se pierden, más cuerpos sufren y más complejo se vuelve el levantar de nuevo la cortina de la economía. El hueco entre el evento natural y la acción de auxilio define las oportunidades de una generación entera.

La ayuda llega, pero en esta etapa la vida sigue adormecida: la esperanza quiere brotar y el dolor no deja de punzar. Se anuncian los planes para volver a las fábricas, regresar las avenidas devoradas, los teatros vacíos y los parques marchitos, para financiar las viviendas perdidas y la reactivación de las empresas. 

Hay casos en los que recuperar lo que se ha perdido en una catástrofe toma décadas y cuantiosos recursos para lograrlo. Después del terremoto que cimbró la capital mexicana en el 85, el programa de vivienda para personas damnificadas seguía en marcha treinta años después. 

Otra viñeta que nos ayuda a entender la dificultad de salir adelante tras una catástrofe regional son los conflictos bélicos, pues nos ayuda a dimensionar lo complejo, costoso y doloroso que conlleva sobreponerse a un suceso de estas dimensiones. Por ejemplo, la reconstrucción de Europa, después de la Segunda Guerra Mundial, tomó más de quince años en implementarse, con ayuda del Plan Marshall.

Como podemos ver, a poco más de un año de la pandemia, nos encontramos en un sitio similar. Las familias con severas deudas y pérdidas humanas dolorosas, los negocios con dificultades extraordinarias para salir adelante y la sociedad golpeada por un enemigo letal, que avanza lentamente por todo el territorio. 

Quizá la velocidad a la que ocurre esta catástrofe sea el motivo por el cual el foco en la reconstrucción no está tan presente. Quizás eso le de un matiz distinto y por ello no se piense con el ahínco, profundidad y alcances como si se tratara de un desastre natural. Quizás la temporalidad de la cuarentena le ha dado un disfraz a la tragedia y, aunque no ha desbaratado un solo edificio, esta pandemia ha golpeado con más fuerza que ningún evento natural que podamos recordar en épocas recientes.

Para ponerlo en perspectiva, las autoridades de protección civil reportaron en el sismo del 85 la lamentable pérdida de más de diez mil personas. En el terremoto del 2017 los informes declaran que fueron 355 decesos. En el caso de la pandemia de covid-19, las cifras oficiales en nuestro país rondan las 200 mil muertes.

Con esta tragedia en mente, debemos pensar en una etapa de reconstrucción. Una contingencia de estas dimensiones nos llama a continuar con la solidaridad característica de México, a la acción y a la coordinación entre distintos sectores, geografías e identidades. Y con ello, la exigencia de un plan en el corto, mediano y largo plazo que nos permita cuidar de la vida, desarrollo, salud y economía.

Pensar en clave de reconstrucción nos permitirá identificar qué pasos, presupuestos, acuerdos y apuestas siguen para nuestra sociedad. Es momento de entender que esta pandemia requiere ser asumida como un reto compartido por todas las generaciones, niveles gubernamentales y sectores productivos. Es tiempo de pensar como si fuera una reconstrucción.