Pedro Kumamoto: Babel: internet y el 2018

El aspirante al Senado escribe sobre la función que pueden tener las redes sociales en las elecciones
El aspirante al Senado escribe sobre la función que pueden tener las redes sociales en las elecciones
Torre de Babel.El aspirante al Senado escribe sobre la función que pueden tener las redes sociales en las elecciones
Especial
autor
Pedro Kumamoto
Excandidato independiente al Senado por Jalisco
2017-11-28 |05:59 Hrs.Actualización06:41 Hrs.

El sábado pasado tuve el honor de ser invitado a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) para hablar en un foro sobre los horizontes del internet, las redes sociales, la política y la desinformación (concepto también conocido como fake news) en el futuro cercano. Desde ese día sigo dándole vueltas a tan rica combinación de temas, en dichos cruces se debaten buena parte de las posibilidades de la humanidad en un futuro.

El papel del internet y el cambio en nuestro planeta se han ligado y estoy convencido que cada día tendrán más que ver. Internet se ha convertido en el repositorio de la humanidad, su reflejo es el nuestro. 

Hoy, podemos conocer cómo se construyen los nuevos y más ambiciosos proyectos de la ciencia moderna, como los sombreros capaces de leer nuestras redes neuronales, los planes de viajes a marte o los avances que la inteligencia artificial registra todos los días. 

Ahí también podemos tener acceso a la inmensa mayoría de los libros publicados por la humanidad. La famosa Biblioteca de Babel de Borges viene a mi mente al tratar de imaginarla. Hoy el internet nos permite ver en tiempo real lo que sucede en un zoológico de Vancouver y también acceder a los últimos descubrimientos arqueológicos del pueblo maya, persa o bizantino.

Pero, lejos de sólo tener un almacén de ideas, el internet, y más específicamente las redes sociales, se han convertido en un centro de comunicaciones, en un hilar infinito de reacciones, comentarios y lazos. 

Sí, las redes sociales nos permiten seguir en contacto con nuestros familiares del otro lado del mundo, escribir cuentos de suspenso en tiempo real (como los intrigantes tweets de Manuel Bartual de hace un par de meses), y han hecho posible reunirnos con otras personas con nuestros mismos intereses. De esta manera tenemos la posibilidad de comunicación instantánea con una buena parte de la población de la Tierra.

Pero no todo ha sido miel sobre hojuelas con las redes sociales. Como lo ha augurado la ciencia ficción en el maravilloso programa de televisión británico Black Mirror, estos espacios se pueden convertir en un frenesí de superficialidad, en una enorme bola de esclavitud de contenido falso, de búsqueda de gratificación y de soledad disfrazada con los mejores filtros. 

No por eso habrá que pensar que estos foros son, por definición, una idea perversa. Siempre he sostenido que las redes sociales no son per sé buenas o malas, al final del día son herramientas utilizadas por personas y de las mismas personas depende el resultado de su uso.

Como el mundo es de matices, creo que la utilización de las redes sociales aún está muy lejos de llegar a su completa comprensión. Si bien es cierto que los contenidos con mayor posibilidad de viralidad por definiciones de los algoritmos de las redes suelen superfluos o fáciles, han existido pequeños momentos en donde decidimos hacer una tregua y dar paso a contenido valioso. 

Un gran ejemplo de ello fue el 19 de septiembre en México, donde las redes de ayuda fueron articuladas de manera impresionante. Aunque de nuevo el matiz: también hubo gran rumorología, mentiras y solicitudes falsas de ayuda que se convirtieron en un obstáculo para hacer llegar la ayuda a quienes la necesitaban.

Ahí el detalle, estos matices se pueden repetir. En 2018 esas mismas redes pueden ser grandes herramientas para la búsqueda de información veraz, útil y al servicio de elegir a las mejores candidaturas durante el proceso electoral. No estamos condenados a ser moldeados según los bots o trolls de las agencias digitales sin principios. 

No tenemos que conformarnos con divulgar notas falsas o permitir que nuestra opinión sea influenciada por mentiras repetidas cien veces, aunque a eso le apueste buena parte de la clase política del país. Basta ver las cuentas de gobernadores y legisladores para ver dicho comportamiento nocivo.

El foro en la FIL me dejó claro que somos una sociedad mucho más crítica de los contenidos que consume. Que ya no se cree de buenas a primeras todo lo que ve en línea y sobre todo que las redes, bien encauzadas, podrían estar a la altura del momento que viviremos. 

Que la Biblioteca de Babel, pues, se llene de solidaridad, de inteligencia y de ideas para ayudarnos a elegir a conciencia en el 18.