Pablo Hiriart: Señor, pare de insultar

El líder de Morena insulta, amedrenta y agrede a sus contrincantes porque así es su forma de ser.
El líder de Morena insulta, amedrenta y agrede a sus contrincantes porque así es su forma de ser.
Insultos.El líder de Morena insulta, amedrenta y agrede a sus contrincantes porque así es su forma de ser.
Cuartoscuro
autor
Pablo Hiriart
Periodista
2017-05-25 |08:08 Hrs.Actualización08:08 Hrs.


¿Cuándo va a parar de insultar López Obrador?

¿De veras queremos a un personaje así de soberbio e iracundo en la Presidencia de la República?

¿Seis años –cuando menos– de majaderías, atropellos y groserías a diestra y siniestra?

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Cuidado. El país puede entrar en un profundo laberinto de odios que no sabemos adónde nos va a conducir.
El enfrentamiento entre gobierno y sociedad que se da en Venezuela puede tener réplica en México si elegimos como Presidente a un personaje cargado de odios como es Andrés Manuel López Obrador.

Como si no hubiese problemas con la violencia del narcotráfico, coludido en muchos casos con autoridades corruptas (recordemos Iguala), ahora queremos echarnos encima media docena de años de enfrentamiento civil.

Chávez tuvo la astucia de engañar a los venezolanos con un discurso semipacifista en 1998. Escondió sus rencores sociales y personales que salieron a la luz cuando asumió el poder.

López no. Agrede, juzga y amenaza verbalmente ahora. Que nadie se diga engañado. Es lo que nos espera si gana la Presidencia.

Hay quienes justifican a López Obrador y dicen que está hecho un energúmeno a menos de dos semanas de la elección en Estado de México, porque su candidata se estancó y no va a ganar.

No es así. Morena se encuentra en zona de competencia por el primer lugar.

Insulta simple y sencillamente porque así es él.

A veces se contiene por temporadas y se abstiene de insultar, a insistencia de sus fabricantes de imagen. Pero no se aguanta y vuelve con renovada ira a zaherir a sus adversarios. O a quienes piensan parecido a él pero le piden una relación de respeto, como es el caso de Juan Zepeda.

Frente al activismo de miembros del gabinete en el Estado de México, rechaza ir a las instituciones encargadas de investigar y sancionar las conductas ilegales:

“Ni modo que nos atengamos al INE, o al TRIFE o a la FEPADE. No sirven para nada. Todo esto no lo ven, están de alcahuetes, se hacen de la vista gorda”.

¿Alcahuetes? Son las mismas instituciones que anularon elecciones para gobernador en Tabasco y en Colima.

Al menos debería estar agradecido de las instituciones que han aceptado sus argucias para hacer campaña de manera anticipada y competir con ventaja rumbo al 2018 frente a sus futuros contrincantes.

Al doctor José Narro Robles, respetado por toda la comunidad nacional, lo trata de “rector convertido en mapache electoral”.

Cubrió de insultos al PRD y a su candidato Juan Zepeda por no rendirse y plegarse a la candidatura de Delfina Gómez.

Dijo en Nezahualcóyotl: “PRI, PAN, PRD, PT, MC, Nueva Alianza y el Verde, puro partido palero y alcahuete de la mafia del poder”.

¿Dónde está el respeto a la pluralidad?

¿No hay siquiera un dejo de gratitud hacia el PT, bajo cuyas siglas se aglutinan los senadores de Morena y cobran millones de pesos al año por ser “grupo parlamentario”?

En la tierra de Zepeda le dijo a sus contendientes que no quisieron la alianza en los tiempos y formas que él lo exigió en un ultimátum: “¡Toma tu voto PRD!”, y los acusó de “andar billeteando” en favor del candidato del PRI.

Cuánto odio. Cuánta procacidad política. Cuánta vulgaridad.

¿Qué hay en la mente de López Obrador para llevar una vida así?

Eso no es materia de una columna periodística.

Lo que nos concierne es advertir que ese personaje puede ser Presidente de México, si gana el domingo 4 en Edomex.