Pablo Hiriart: La mentira de Alfonso Romo

López Obrador no es como se pinta a sí mismo y miente al país y traiciona a los suyos, escribe Hiriart
López Obrador no es como se pinta a sí mismo y miente al país y traiciona a los suyos, escribe Hiriart
¿Cambio de discurso?López Obrador no es como se pinta a sí mismo y miente al país y traiciona a los suyos, escribe Hiriart
Cuartoscuro
autor
Pablo Hiriart
Periodista
2018-02-22 |08:12 Hrs.Actualización08:12 Hrs.

En entrevista con Bloomberg el empresario Alfonso Romo dijo que López Obrador había cambiado de opinión con respecto a la reforma energética y se dio cuenta que era benéfica para México.

Claro que es benéfica. Romo lo sabe, pero miente al decir que AMLO cambió de opinión.

Romo tendrá la misma responsabilidad que los empresarios venezolanos, hartos de los partidos tradicionales, que llevaron a Chávez al poder y luego tuvieron que huir del país porque los expropiaron, acosaron o persiguieron.

¿Por qué Romo se empeña en pintarnos a un AMLO con piel oveja cuando un día sí y otro también, en este tema, aúlla como lobo?

Si López Obrador le dijo en secreto que la reforma energética era buena, debería pedirle un pronunciamiento público para enviar la señal de sensatez que se espera en ese tema.

Sin embargo la ocasión más reciente que AMLO se refirió a la reforma energética fue apenas el pasado día 5 de este mes, aniversario de la Constitución, y dijo exactamente lo contrario a lo que Alfonso Romo quiere que creamos.

Dijo: “Vamos a revisar todos esos contratos (petroleros). No vamos a permitir que el petróleo, que es del pueblo y de la nación, vuelva a manos de extranjeros” (citado ayer en estas páginas por Enrique Quintana).

Entonces ¿para qué miente Romo? Lo están usando y él se deja usar. Pero la responsabilidad que tiene sobre sus hombros al engañar a empresarios y a la población en general con que “AMLO ya cambió”, es enorme.

Hace algún tiempo López Obrador le mandó una carta amenazante al CEO de Exxon, Rex Tillerson, hoy secretario de Estado de la Unión Americana, en la que le dice textualmente:

“Alertamos a tiempo a usted y a los accionistas de su empresa, que al firmar contratos de utilidad compartida o invertir en la refinación, la petroquímica, el gas y la industria eléctrica, sería como comprar mercancía sin factura, algo chueco, propio de la piratería. Asimismo hacemos de su conocimiento que la mayoría de la población vería a su empresa como cómplice de un atentado contra el interés nacional”.

¿Ya cambió de opinión? ¿Ah sí? ¿Cuándo ha cambiado de parecer? Apenas el día 5 de este mes dijo que no permitirá que el petróleo que obtienen las compañías que ganaron licitaciones, se lo lleven.

Ya sabemos que es de una mentalidad tan arcaica en ese tema, que piensa que vender el petróleo arriba del mar, luego de extraerlo, es patriótico. Pero que venderlo abajo del mar, sin gastar en extraerlo, es traicionar a la patria.

López Obrador está usando a Romo y a gente de buena fe para mandar un mensaje tranquilizador a la iniciativa privada y a la inmensa mayoría de los mexicanos que cree en la libertad de emprender.

Pero si en verdad hubiera cambiado lo diría él. O guardaría un discreto silencio sobre el tema. No es así.

Su discurso es exactamente a la inversa: duro contra la reforma energética. Y amenaza a las compañías internacionales con una segunda expropiación.

Mientras eso dice –no desde ahora, hay que admitir su perseverancia, sino desde que se habla del tema–, el empresario Alfonso Romo le guiña el ojo a Bloomberg para expresar a la comunidad financiera que AMLO ya cambió de opinión.

Los empresarios tienen una gran responsabilidad con lo que le suceda al país los siguientes años. Algunos, como Romo, engañan o se engañan a sí mismos y quieren arrastrar a los demás a una situación como la que vivieron los venezolanos que se obnubilaron con el discurso purificador y de “cambio” de Hugo Chávez.

O tal vez sí: López Obrador no es como se pinta a sí mismo y miente al país y traiciona a los suyos. Puede ser que los engañe y que esté de acuerdo con la reforma energética y todas las demás.

¿Nos la jugamos, como los venezolanos con Chávez?