Pablo Hiriart: AMLO, su verdadera pobreza

Su discurso, el de AMLO, consiste en echar abajo las reformas y regalar dinero. Así de pobre.
Su discurso, el de AMLO, consiste en echar abajo las reformas y regalar dinero. Así de pobre.
En precampaña.Su discurso, el de AMLO, consiste en echar abajo las reformas y regalar dinero. Así de pobre.
Cuartoscuro
autor
Pablo Hiriart
Periodista
2018-01-29 |07:22 Hrs.Actualización07:22 Hrs.

La izquierda está cerca de alcanzar la Presidencia en las próximas elecciones, y tal vez nunca, en casi un siglo, habíamos tenido a representantes de esa corriente política tan ignorantes de los problemas nacionales en el contexto del cambio mundial que vivimos.

Ahí radica la verdadera pobreza de López Obrador, en su incapacidad para articular, y liderar, propuestas inteligentes a los desafíos que tenemos encima.

El expresidente Carlos Salinas planteó, en Reforma y en El País, preguntas a los candidatos presidenciales que, fundamentalmente, deberían tener una respuesta de la izquierda y de su líder. Pero no entiende nada ni sabe nada.

Su discurso, el de AMLO, consiste en echar abajo las reformas y regalar dinero. Así de pobre.

Pregunta Salinas si seguirá el debate anclado al falso dilema neoliberalismo-populismo.

¿Tiene la izquierda una alternativa a esas opciones? (pregunto yo) No. Su candidato se abraza a una, el populismo de antaño que ya probó su ineficacia de consecuencias desastrosas.

No hay respuesta, desde la izquierda lopezobradorista, a esa pregunta central y su candidato sólo dice chistes.

He aquí algunos temas que deberían tener una respuesta mínimamente articulada del candidato puntero a ganar la Presidencia:

¿Qué respuesta han pensado para las nuevas legiones de “autoempleados” o de “trabajadores contingentes”, no permanentes, de la economía, llamados “gig”, o sea, de chambas no fijas? ¿Cuál será el diálogo con las dos nuevas clases trabajadoras ya en gestación?

¿Proponen alguna vía práctica hacia la justicia para reducir nuestras desigualdades abismales e inaceptables?

¿Seguirán las políticas sociales que sólo promueven la dependencia de la ayuda oficial “focalizada”?

¿Alentarán más clientelismo para someterlos a los profetas de las soluciones sin esfuerzo?

Otra: ¿continuarán algunos de los aspirantes atados al localismo o asumirán que en México la política siempre ha sido y será geopolítica?

El candidato de la izquierda debería tener idea de los temas que toca el expresidente en sus preguntas:

¿Cómo proponen prepararse para las quiebras sistémicas y la próxima crisis mundial que nos golpeará de manera inesperada?

¿Quién de los precandidatos puede actuar mejor en los centros regionales estratégicos de poder, como son los distritos en la Reserva Federal en Nueva York, Atlanta, Chicago, Dallas-Houston, San Francisco?

¿Cómo actuar en la nueva realidad dominada por el capital financiero internacional, inherentemente inestable, y ante la nueva hegemonía de China, hasta ahora estable?

Más:

¿Qué proponen para hacer valer en los hechos el Estado de derecho y revertir la violencia y los efectos corrosivos de la inseguridad? ¿Cómo convertir la rebeldía de los jóvenes en ciudadanos participativos y organizados?

Hasta ahí algunas de las preguntas formuladas por el expresidente, ante las cuales López Obrador no tiene respuesta y, por sus carencias, opta por descalificar al mensajero: “Salinas es un fanfarrón que quiere protagonismo”, respondió sobre el tema.

Olvidemos las intenciones, cuya interpretación es subjetiva. Vamos al grano. ¿Qué piensa el candidato de la izquierda, el que puede convertirse en presidente de México en diciembre, ante esos retos que tenemos encima?

Dice que vamos a echar abajo las reformas y que va a regalar dinero.

También, que va a construir refinerías porque es inaceptable que la gasolina sea tan cara. Sí es cara, pero no por producirla aquí va a ser más barata. Como no es más barato el aguacate en Uruapan ni el huachinango en Veracruz.

Su pobreza discursiva y programática es lo que provoca miedo. Pero no sólo eso, como veremos mañana.