Macario Schettino: Atacan a la UNAM

Varias Facultades entraron en paro en solidaridad con los compañeros del CCH Azcapotzalco
Varias Facultades entraron en paro en solidaridad con los compañeros del CCH Azcapotzalco
Estudiantes.Varias Facultades entraron en paro en solidaridad con los compañeros del CCH Azcapotzalco
Cuartoscuro
Macario Schettino
Analista Económico-Político
2018-09-05 |07:47 Hrs.Actualización07:47 Hrs.


Otra vez van sobre la UNAM. En los últimos días han ocurrido enfrentamientos en diversos CCHs de esa institución. Aparentemente, el conflicto inició por el nombramiento de Guadalupe Patricia Márquez Cárdenas como directora del CCH Azcapotzalco a fines del año pasado. Aunque el primer semestre de este transcurrió sin mayores dificultades, ahora que inicia la segunda mitad las quejas crecieron al grado de que la directora presentó su dimisión hace pocos días. Una manifestación convocada desde antes se llevó a cabo el lunes, y terminó con una agresión en las instalaciones de CU, de la que se reportan heridos graves, tal vez fallecidos, porque la información es confusa. Ahora hay cierres de Facultades. 

Hacer uso de los jóvenes para provocar problemas políticos no es nada novedoso. Al menos desde que existen las universidades, en el siglo XIII, han estado acompañadas de disturbios, frecuentemente utilizados para objetivos políticos. En México, así ocurrió en los años sesenta, primero para acabar con el rector Chávez y luego de forma espontánea (aunque con abundancia de intervención externa) en 1968. En los setenta, las movilizaciones fueron principalmente de trabajadores. En 1986, el famoso CEU, del que salieron los liderazgos del PRD, ahora de Morena (Martí Batres, por ejemplo). En 1999, otra vez lo mismo, y otra vez el mismo resultado (El Mosh, para no ir más lejos). 

Esas dos últimas movilizaciones, que dañaron seriamente a la Universidad, sirvieron para dotar de cuadros a la izquierda capitalina, que ha gobernado en buena medida con ellos. El primero, coincidentemente, ocurrió alrededor de la peor crisis económica (1982-1986), y sustentó el avance opositor de 1988. El segundo, justo en la transición democrática, no ayudó al triunfo de Cárdenas, pero sí al sostenimiento del centro del poder de la izquierda, la Ciudad de México. 

Es un poco sorpresivo que ahora, después del triunfo abrumador de Morena, tengamos una nueva andanada contra la UNAM. Es claro que hay grupos de choque en esa institución desde hace décadas, todos de izquierda, pero cubriendo un amplio abanico, desde el PRI hasta los grupos subversivos, pasando por todos los partidos en ese ámbito del espectro político. Para quienes no estamos inmersos en la grilla cotidiana de esa institución, es difícil saber el origen del conflicto, pero no lo es tanto imaginar el resultado: pliegos petitorios, manifestaciones, disturbios, que complicarán el final de las administraciones de la ciudad y el país, y posiblemente la llegada de los nuevos gobiernos en ambos niveles. 

De alguna forma, el cincuenta aniversario del movimiento de 1968 será utilizado como excusa, pero no hay punto de contacto alguno entre lo ocurrido en ese entonces y lo que hoy podemos ver. No vivimos bajo un sistema autoritario, nadie necesita exigir democracia, derecho de opinar o manifestarse, o abuso policial. Si acaso lo contrario es más cierto, en un país en el que la falla principal es el Estado de derecho. 

La luz verde anunciada por legisladores a la CNTE, el incremento de manifestaciones, y ahora la efervescencia en la UNAM, no auguran nada bueno. Si bien la movilización social puede ser relevante en el autoritarismo o la crisis económica, el contexto actual no es ése. En estos momentos, la única causa de estos movimientos puede ser el uso político, o más claramente, la construcción del caos, que en muchas ocasiones ha sido la excusa perfecta para el fascismo o el autoritarismo. Es decir: la movilización permanente bajo una ideología totalitaria, o el aplastamiento sin matices. 

Suficientes dificultades tiene el nuevo gobierno para tomar las riendas de una administración que desconoce, como para además sumarle este tipo de disturbios. Esperemos que la UNAM resista, por su bien y el de todos.