Felipe Trigos: ¿Qué representa López Obrador para el 2018?

Andrés Manuel es un político que moviliza grandes cantidades de simpatizantes
Andrés Manuel es un político que moviliza grandes cantidades de simpatizantes
Masas.Andrés Manuel es un político que moviliza grandes cantidades de simpatizantes
Cuartoscuro
autor
Felipe Trigos
Analista internacional y Director Adjunto de Visión Américas
2016-12-14 |20:03 Hrs.Actualización20:05 Hrs.

El candidato perenne a la presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador, que lleva en campaña prácticamente desde que se convirtió en Jefe Gobierno del entonces Distrito Federal, en el año 2000, quiere aprovechar la coyuntura mundial al declararse como un “candidato antisistema”. 

¿López Obrador se identifica con movimientos como los que dieron lugar al Brexit, la victoria de Donald Trump y la renuncia del primer ministro de Italia, Matteo Renzi? No lo sé, pero en una entrevista con Carlos Loret de Mola el miércoles pasado, AMLO decidió declararse como un candidato antisistémico para apoyar su candidatura a la presidencia de México en el 2018. 

La ideología antisistémica que López Obrador pretende representar no es precisamente la que lo ha caracterizado desde 1976 cuando inició su militancia en el PRI. El líder de Morena, en cambio, si pertenece a partidos políticos, que, a pesar de ostentar cambios ideológicos, siempre han necesitado al sistema para su supervivencia. 

Más allá de argumentar que existe una “mafia en el poder” que atenta contra sus intereses políticos y de convocar marchas que han provocado pérdidas económicas importantes en varios estados del país, hasta ahora, López Obrador, no cuenta con un historial o con propuestas que en el fondo se aparten del quehacer político mexicano. 

De hecho, si hacemos una comparación entre Donald Trump y López Obrador, el mensaje “antisistema” de ambos se parece mucho. Si bien Trump no ha sido un político profesional como López Obrador, durante toda su vida profesional se dedicó a contribuir económicamente para que el sistema político de los Estados Unidos favoreciera sus intereses. Antes del 2016, sin estar en una boleta, Trump donó una fortuna tanto a republicanos como a demócratas para asegurar el apoyo del statu quo. Su candidatura bajo el estandarte del partido republicano, es otro ejemplo de cómo usó al sistema para favorecer sus intereses, que en 2016 fueron electorales y no necesariamente empresariales. En el caso de López Obrador, el objetivo, a pesar de no ser corporativo, si ha tenido como meta usar el sistema político del país para garantizar el sostén de los partidos políticos a los que ha pertenecido. Para López Obrador, como para Trump, la etiqueta antisistema quizás funcione para ganar votantes, pero en la práctica, será difícil ver que se aparten de un sistema del que se han beneficiado tanto.

Para los millennials, una demografía que se ha visto ausente en procesos antisistémicos a nivel mundial a la hora de votar, la elección del 2018 en México no debería ser un proceso democrático donde las opiniones no se traduzcan en votos. Por sí mismas, la apatía política y la animadversión hacia los partidos no se traducen en acciones que cambien el statu quo. El estudio de propuestas políticas, ya sean de derecha, de izquierda, independientes o antisistémicas, y la participación en procesos electorales son acciones que ayudan a la democracia y al cambio político.

En la campaña presidencial del 2006 en México, se hizo famosa la etiqueta de “un peligro para México” al describir a López Obrador. Propuestas económicas controversiales, su desdén hacia las instituciones al mandarlas “al diablo”, autoproclamarse “presidente legítimo de México” y desconocer el resultado de dos procesos electorales consecutivos, quizás abonen a darle validez a tal etiqueta.  

No obstante, de acuerdo con un estudio realizado por Nación321 el pasado 5 de diciembre, se puede apreciar que la percepción de los millennials sobre la etiqueta de "un peligro para México" ha perdido relevancia. De hecho, 51% de los participantes cree que el mensaje es una falsa representación del político, contra 43% que sigue creyendo en tal descripción. 

Lo que me resulta interesante sobre este estudio no es que la mayoría de los millennials vea con buenos ojos a López Obrador, sino que después de 10 años de haberse promovido este mensaje, 43% sigue creyendo que es cierto. Más allá de etiquetas, López Obrador sigue generando incertidumbre en un número importante del electorado y en aquellos que vemos en su candidatura un vacío en cuanto a propuestas que combatan en México la impunidad, la corrupción, la criminalidad, la falta de oportunidades y amenazas contra el Estado de Derecho. 

El problema para México, como en el mundo, es que los conceptos, las propuestas y la rigurosidad ideológica han perdido importancia a la hora de votar. Populismo, antisistema, derecha o izquierda son términos que se usan sin entender de dónde vienen y si tienen validez. En el 2018, los votantes en México debemos estudiar por quién y por qué vamos a votar, y buscar que las ideas de nuestros políticos se apeguen a su historia y a sus convicciones. Los retos son muchos y las ideas importan.