Enrique Quintana: ¿Está en riesgo la democracia… en EU?

La revista The New Yorker calificó el debate presidencial en Estados Unidos como “el peor de la historia”
La revista The New Yorker calificó el debate presidencial en Estados Unidos como “el peor de la historia”
El debate.La revista The New Yorker calificó el debate presidencial en Estados Unidos como “el peor de la historia”
AP
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Enrique Quintana
Director General Editorial de El Financiero.
2020-10-01 |07:36 Hrs.Actualización07:36 Hrs.


La revista The New Yorker calificó el debate presidencial en Estados Unidos del pasado martes como “el peor de la historia”. Después de ello, ¿está Trump más cerca de salir de la Casa Blanca?

Si las decisiones de los electores fueron tomadas sobre una base completamente racional, no habría dudas. Habría que responder afirmativamente. Pero… no siempre es así.

La confrontación con Biden mostró a un Donald Trump grosero, incapaz de seguir las reglas que su equipo acordó y dispuesto a aplastar a su contrincante sin importar el cómo. Es decir, todo lo contrario de lo que exige la democracia.

No es que Biden se haya desempeñado de manera destacada. Dejó mucho que desear. Pero fue el menos malo.

Las encuestas inmediatas que se realizaron confirman la percepción de que Biden ganó. La de CNN le dio 60 a 28; la de CBS, 47-40 y la de Data for Progress dio 51-39. Incluso, en Fox News, tan entusiastas de Trump, refirieron una encuesta que da empate.

Sin embargo, esos resultados no garantizan que el actual presidente vaya a irse de la Casa Blanca.

Hay que recordar que en Estados Unidos no hay una sola elección, sino 51. Y que el triunfo requiere vencer en los llamados estados ‘columpio’ independientemente del resultado de la votación directa.

Aún es demasiado temprano para saber cuál fue el efecto del debate en Florida, Pennsylvania, Michigan, Wisconsin, Ohio o Carolina del Norte, que son algunos de los estados cuyo resultado puede ser determinante.

Antes del debate se veía una competencia muy estrecha en Florida y Carolina del Norte, con una ventaja mayor para Biden en los otros estados… y no pareciera por lo pronto que las cosas vayan a cambiar.

Quizás lo más relevante es que después de escuchar a Trump el martes, queda claro que sólo un triunfo arrollador del candidato demócrata puede asegurar que Trump acepte la derrota.

Thomas Friedman, influyente autor y columnista de The New York Times, señaló en un artículo publicado ayer que solo un triunfo amplio de Biden puede dividir al Partido Republicano y evitar que Trump vaya a desatar una crisis constitucional desconociendo el resultado.

Un triunfo claro tampoco dejaría margen a la Suprema Corte para que avalara una actitud rebelde de Trump.

A pesar de ser un tribunal con mayoría de conservadores, la independencia de la Corte no está relacionada con las posiciones ideológicas de los jueces, por lo que en Estados Unidos, ese poder es un obstáculo para Trump en caso de que pretenda ganar con trampas o descarrilar con ellas mismas un triunfo de Biden.

El escenario más complicado, y lamentablemente factible, es un triunfo estrecho de Biden.

En ese caso, dé usted por un hecho que Estados Unidos y por lo tanto todo el orbe va a vivir semanas o meses de incertidumbre ante la resistencia del presidente a aceptar la derrota.

Trump, como otros políticos populistas, tuvo la capacidad de interpretar los miedos y las frustraciones de una amplia capa del electorado y se enfrentó a una clase política mediocre e incapaz.

Ni los grandes yerros en temas cruciales como la gestión de la pandemia, o el sometimiento a Putin, han bastado para propiciar un derrumbe de su popularidad.

La democracia estadounidense, sin embargo, es suficientemente robusta para que funcionen los sistemas de pesos y contrapesos.

Creo que, aun después del pataleo, un triunfo amplio de Biden, pondría fin a la era Trump.

Pero, el problema es que la falta de un político de altos vuelos, que hubiera batido fácilmente a Trump, conduce a que Estados Unidos vaya a vivir meses de ansiedad que hagan recordar a algunos las razones por las cuales mueren las democracias, como bien refiere el libro de Levitzky y Ziblatt: “Cómo mueren las democracias”.

Preparémonos.