Enrique Quintana: ¿Viene una recesión en México?

No es inminente que el menor ritmo crecimiento se traduzca en una caída de la actividad económica
No es inminente que el menor ritmo crecimiento se traduzca en una caída de la actividad económica
Impacto.No es inminente que el menor ritmo crecimiento se traduzca en una caída de la actividad económica
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Enrique Quintana
Director General Editorial de El Financiero.
2022-07-18 |07:14 Hrs.Actualización07:14 Hrs.

Algunos lectores me han preguntado si es inminente una recesión en México.

La respuesta es claramente no. Al menos, no todavía.

Es cierto que la respuesta de los bancos centrales a la elevada inflación aumentando con más fuerza que lo previsto las tasas de interés puede conducir a una desaceleración de la demanda y en algunos países a una recesión, sí.

Sin embargo, los datos con los que se cuenta hasta ahora en nuestro país indican que no es inminente que el menor ritmo crecimiento se traduzca en una caída de la actividad económica, al menos durante este año y quizás tampoco en el 2023.

Obviamente México está sujeto a lo que vaya a ocurrir en Estados Unidos.

En nuestro vecino del norte, aunque los temores de una recesión han crecido, en la mayor parte de los casos los expertos no prevén una caída económica profunda ni tampoco un freno que se prolongue a lo largo de muchos meses.

La fortaleza que aún tiene el consumo generará una resistencia a una recesión más intensa.

La cifra de las ventas minoristas en Estados Unidos al mes de junio que se dio a conocer el viernes pasado reflejó un crecimiento de 1 por ciento mensual, superior a lo previsto. El dato es una muestra de que todavía hay un dinamismo importante en el consumo.

Es probable que los ahorros que tienen las familias norteamericanas, resultantes de los estímulos fiscales y monetarios de los últimos años, les permitan resistir una menor actividad económica sin tener que reducir sensiblemente el consumo.

Para México este hecho es muy relevante, ya que si la economía de los Estados Unidos frena poco y lo hace de manera breve, se afectará en menor grado el nivel de las exportaciones de nuestro país y con ello la actividad económica.

Aunque en nuestro país no se contó con respaldo fiscal del gobierno durante la pandemia y por lo tanto los hogares no tienen una reserva de recursos como sí ocurre en Estados Unidos, el consumo interno sigue resistiendo.

Algunos indicadores recientes, como por ejemplo el monitor de consumo de BBVA correspondiente a junio, indica un crecimiento de 1 por ciento respecto al mes anterior después de un tropiezo en mayo.

Otros de los datos, como las ventas a tiendas comparables por parte de la ANTAD, que reportaron un alza de 7.9 por ciento nominal, reflejan también una resistencia del consumo a descender.

Si se combina un freno menor de las exportaciones junto con un dinamismo persistente del consumo, lo que se tiene entonces es un panorama en el cual no se perfila una recesión sino más bien una desaceleración de la actividad económica.

El área de estudios económicos de BBVA revisó la semana pasada su estimación de crecimiento de la economía para este año y para el 2023. Para 2022, la previsión es que el crecimiento sea mayor al que habían anticipado y ajustó de 1.2 a 2 por ciento. En tanto que para el 2023 ocurrió lo opuesto y ahora estima que el crecimiento será de 1.6 por ciento, en lugar del 2.1 por ciento que estaba previsto.

Como siempre le hemos expresado en este espacio, estos grandes promedios no reflejan siempre lo que pasa en diferentes ámbitos de la economía.

Es probable que los indicadores de inversión productiva no mejoren de manera significativa y que el movimiento de la economía se siga explicando fundamentalmente por lo que ocurre con el consumo y las exportaciones.

De esta manera, es probable que, por ejemplo, la construcción siga pareciendo un freno, mientras que los sectores vinculados con la producción y distribución de bienes de consumo tengan un mejor comportamiento, lo mismo que ocurriría incluso con sectores exportadores, aunque, desde luego, bajarían su ritmo si la economía de Estados Unidos frena.

Por ejemplo, en los primeros cinco meses del año las exportaciones manufactureras crecieron 16.7 por ciento, un paso que se que se ve complicado mantener para el resto del año.

Pero, aun si su ritmo cae a la mitad, será un muy buen desempeño.

Por lo pronto, en México no se ve recesión a la vista.