Enrique Quintana: Luces y sombras de los nombramientos de AMLO

El mandatario realizó una serie de cambios en su gobierno
El mandatario realizó una serie de cambios en su gobierno
Cambios en gabinete.El mandatario realizó una serie de cambios en su gobierno
Cuartoscuro
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Enrique Quintana
Director General Editorial de El Financiero.
2020-12-08 |07:22 Hrs.Actualización07:22 Hrs.

En los nombramientos dados a conocer el día de ayer por el presidente López Obrador hay luces y una que otra sombra.

Permítame referirles en primera instancia el de Galia Borja, quien seguramente no tendrá problema para que el Senado la ratifique y se convierta en integrante de la Junta de Gobierno del Banco de México.

A mi juicio se trata de una designación afortunada. No sólo por el hecho de que poco a poco la equidad de género va llegando al banco central sino por la preocupación que existía de que el presidente López Obrador pusiera en ese cargo a alguien con quien se identificara ideológicamente. No fue el caso.

Quienes conocen a Galia Borja saben que su trayectoria ha sido predominantemente técnica y tiene un perfil discreto, muy a tono con un banco central.

Probablemente, como matemática, no sea la macroeconomista más formada, pero sin duda va a tener un conocimiento detallado de los procesos fiscales en México, el cual se sumará al de Irene Espinosa, hoy también en la Junta y a quien sucedió en la Tesorería de la Federación.

Me parece que los mercados financieros respiraron con alivio al ver que la conformación de la Junta del Banxico sigue preservando un perfil esencialmente técnico.

El paso de Graciela Márquez al INEGI, en reemplazo de Enrique Ordaz, es también algo positivo.

Márquez es una académica de reconocida trayectoria. Evidentemente, no se trata de una experta en estadística y métodos cuantitativos. Pero es una persona con una formación sólida y criterio propio, que se sumará a la junta de gobierno del Instituto. Como segunda mujer en ese órgano de gobierno, es una muestra de que se avanza en la equidad de género.

Quizás lo desafortunado es que el presidente sugirió que es su candidata a la presidencia de ese organismo por su cercanía con el gobierno. La doctora Márquez tiene un año para dejar ver que es más su rigor profesional que su identificación política.

La llegada de Tatiana Clouthier a la Secretaría de Economía puede tener un doble significado.

La nueva secretaria no tiene experiencia en la administración pública y mucho menos en los ámbitos específicos de la dependencia que va a encabezar. Es un punto en contra.

Pero, con lo que sí cuenta es con habilidad política y con una buena relación con el sector empresarial. Estos dos atributos pueden ser de más valor de lo que muchos imaginan.

Clouthier está muy lejos de ser una incondicional del presidente López Obrador, como lo demostró desde el Congreso. Esto es también un atributo relevante en esta posición.

Un dato más, es que luego de la salida de Alfonso Romo de la Oficina de la Presidencia, se convertirá probablemente en la persona que tendrá un contacto más frecuente e intenso con el sector empresarial, lo que le hacía falta al gobierno.

Veremos si su falta de experiencia se ve compensada por su habilidad política.

En materia económica, el nombramiento que resulta desconcertante es el de Elvira Concheiro como Tesorera General de la Federación.

Desde hace muchos años, esta posición ha sido ocupada por personas con una formación fundamentalmente técnica que conocen los procedimientos administrativos en el ejercicio del gasto público.

Concheiro es una académica de larga trayectoria con una formación de socióloga y con una especialidad en el conocimiento del marxismo, pero además tiene una formación política que viene desde el viejo Partido Comunista Mexicano. Hoy es investigadora en la UNAM.

Se trata, sin duda, de alguien de la plena confianza del presidente López Obrador.

Pudiera ser un nombramiento casi honorario, por la estructura técnica tan profesionalizada de la Tesorería de la Federación, en la cual la titular podría descansar el grueso de las tareas de la dependencia.

Pero también, podría ser una vía para que una persona cercana al presidente controlara los pagos que realiza el sector público, con un criterio político, lo cual daría a esta posición un poder extraordinario. Ojalá no sea así.

Eso podría ser muy preocupante cuando se está enfrente de un proceso electoral.