Enrique Quintana: Las asperezas de la transición

El presidente Enrique Peña Nieto durante una reunión con AMLO en Palacio Nacional, en agosto pasado
El presidente Enrique Peña Nieto durante una reunión con AMLO en Palacio Nacional, en agosto pasado
Los mandatarios.El presidente Enrique Peña Nieto durante una reunión con AMLO en Palacio Nacional, en agosto pasado
Cuartoscuro
autor
Enrique Quintana
Director General Editorial de El Financiero.
2018-10-05 |08:23 Hrs.Actualización08:23 Hrs.

La historia oficial cuenta que la transición entre el gobierno saliente y el entrante es ‘de terciopelo’.

Las declaraciones, tras las reuniones del presidente electo con el presidente constitucional, así lo parecen indicar.

Los mercados así lo han asumido y la mayor parte de los analistas tienen esa visión.

Pero… poco a poco han aparecido fisuras en esta idílica imagen. Y más nos vale de que estemos conscientes de ellas, antes de que nos tomen por sorpresa las diferencias que hay.

Le pongo sólo algunos ejemplos.

1.- La reunión de los próximos titulares de SCT, Semarnat, Sedesol y el vocero de la Presidencia, con los grupos opositores al proyecto del aeropuerto en Texcoco el miércoles.

A diferencia de lo que sucedió en otros encuentros, en donde el equipo de transición mantuvo la imparcialidad y escuchó los argumentos, en este encuentro, los funcionarios del próximo gobierno expresaron públicamente su preferencia por Santa Lucía. Si la consulta marca una inclinación a Texcoco, no hay manera de que algunos de ellos asuman sus cargos el 1 de diciembre. 

Si la opción elegida es Santa Lucía, el nuevo gobierno va a llegar en medio de una tormenta financiera derivada del incumplimiento de contratos en que se va a incurrir y con la sensación de que hubo ‘dados cargados’.

2.- El impacto de la reducción del IVA e ISR en la frontera.

Hace algunas semanas se presentó un corto circuito entre las autoridades en funciones y los próximos responsables hacendarios respecto al impacto de la reducción del IVA y el ISR en la frontera. Mientras que hoy se estima en 120 mil millones de pesos, los cálculos del equipo de transición no superaban los 30 mil millones. “Yo tengo mis números”, no es una respuesta que resulte plausible en este ámbito.

3.- El emblemático caso del Conacyt (o como se vaya a llamar).

Como ayer le comentamos, la inexperiencia de los nuevos funcionarios se hizo manifiesta en el caso del Conacyt, donde se intentó frenar convocatorias. Hay muchos funcionarios que llegarán a la administración pública y que no entienden cómo funciona ésta. 

Aunque el gobierno de Peña ha sido amable y abierto, no sería raro que pronto viéramos algún otro caso como el referido, sobre todo entre funcionarios bisoños, que van a debutar en responsabilidades del servicio público.

4.- El éxodo de cuadros.

No puede ser una transición de terciopelo cuando decenas y decenas de servidores públicos de alto nivel están buscando emigrar al sector privado… o a donde se pueda. Algunos lo hacen por la reducción de salarios y otros porque no quieren ser parte del próximo gobierno. 

El músculo del servicio público, que puede hacerse a un lado, podría implicar un duro costo a la operación del nuevo gobierno, que arrancaría ‘mocho’.

Hay más temas de toda índole en los que hay ya diferencias marcadas entre los funcionarios que van a llegar y los que están por irse.

Estos señalamientos no quieren decir que haya crisis. En términos generales las relaciones fluyen bien. Pero mientras más se llega a los detalles, empiezan a notarse más las diferencias de criterio y de visión.

No todos los nuevos funcionarios se llaman Jesús Seade o Graciela Márquez.

La transición puede sacar más chispas de lo que se cree al aproximarse el mes de diciembre.