Enrique Quintana: ¿Funcionará el Pacto?

El presidente Peña Nieto (centro) acompañado del líder de la CTM (izquierda) y el dirigente del sector empresarial
El presidente Peña Nieto (centro) acompañado del líder de la CTM (izquierda) y el dirigente del sector empresarial
El Acuerdo.El presidente Peña Nieto (centro) acompañado del líder de la CTM (izquierda) y el dirigente del sector empresarial
Cuartoscuro
autor
Enrique Quintana
Director General Editorial de El Financiero.
2017-01-10 |07:33 Hrs.Actualización07:33 Hrs.

Aunque se le haya bautizado como el “Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiar”, lo que vimos ayer es simplemente una nueva puesta en escena de los Pactos.

Retrocedamos un momento en la historia.

Contó Miguel de la Madrid en su texto Cambio de Rumbo, cómo se fraguó el primer pacto, en diciembre de 1987.

La razón del Pacto derivó del emplazamiento a huelga general que hizo la CTM en el mes de noviembre de aquel año, exigiendo un aumento salarial de emergencia de 46%.

El 15 de diciembre de 1987 se dio a conocer aquel Pacto de Solidaridad Económica, suscrito por Fidel Velázquez como cabeza del sector sindical y Agustín Legorreta, como líder del sector empresarial.

Se dieron alzas en los precios y tarifas del sector público para luego fijarse, un fuerte recorte del gasto público y un alza salarial de emergencia de 15%. El tipo de cambio, que se devaluó en 100% en 1987, se quedó fijo en 2.33 pesos por dólar a partir de marzo.

Y, el Pacto logró su propósito. La inflación alcanzó su máximo para un mes en enero de 1988, fue de 15.5% y a tasa anual por esas fechas alcanzó casi el 180%.

Sorprendentemente, en mayo ya estaba por debajo de 2% y en agosto quedó por debajo de 1%.

Del Pacto de Solidaridad Económica se pasó a otros pactos, el último, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento Económico, ya en 1989 y 1990, que ya tuvo efectos cada vez menores.

El Pacto que ayer se suscribió, esencialmente apunta a tratar de evitar que los incrementos de los combustibles se vayan a traducir en aumentos desproporcionados de los precios.

Ojo, digo desproporcionados porque sin duda habrá empresarios que van a traducir en sus precios finales los incrementos de costos.

El punto clave es que esto suceda en función del aumento efectivo y no de expectativas inflacionarias mayores.

Me temo que, con todas las buenas intenciones que puedan existir, no va a ser suficiente, por la limitada representatividad de quienes suscribieron el documento.

Así que, el Banco de México va a hacer su tarea.

El 9 de febrero, precisamente la fecha en la que el Inegi dará a conocer la inflación de enero, el Banxico tomará su decisión de política monetaria y la previsión de los analistas es que aumente las tasas en otro 0.5%.

No descarte que incluso esa decisión pudiera adelantarse si las medidas que anuncie Donald Trump en su discurso inaugural del 20 de enero causen nerviosismo y desazón en los mercados financieros.

El Pacto anunciado ayer, sin embargo, cumple la función política relevante de generar un respaldo político a las decisiones del gobierno, que fueron cuestionadas ampliamente.

Dudo mucho que cambie en el corto plazo la sensación de rechazo a los incrementos de las gasolinas, pero el Pacto permitirá ver que el rechazo no es generalizado y la apuesta es a que ello conduzca a la dilución gradual de las protestas.

Lo que realmente será determinante para definir el curso probable de la economía en los siguientes meses, incluyendo los precios de las gasolinas, es lo que pase a partir del 20 enero.

Si se percibe que viene una renegociación ordenada y racional del TLCAN, veremos que las tensiones bajan.

Si no es así, más nos vale tener el cinturón de seguridad muy bien ajustado.