Año Cero

Aranceles por justicia

No basta con no gritar “Viva la ‘4T’” en la ceremonia del 15 de septiembre. Además, es necesario que las cabezas de los responsables del crimen sean expuestas en las picas de la justicia estadounidense.

Hay que huir de los comentócratas. Hay que huir de los presidentes honorarios que aparecen en nuestros países y que siempre saben –y que tan fácil se les hace opinar– sobre lo que ellos harían en determinadas circunstancias. También hay que huir de los entrenadores de la Selección Nacional que aseguran conocer la fórmula para ganar el título. Y, sobre todo, hay que huir del terreno de la comodidad en el que creemos anticipar lo que va a pasar.

Les tengo una mala noticia. Todo cambió. Nadie sabe lo que pasará ni tiene la capacidad de anticipar el futuro. Con todo, es justo reconocer –honor a quien honor merece– que, en una crisis global que abre grietas cada día, existe la posibilidad, creciente, de que la estrategia y la política de la presidenta Sheinbaum terminen dando muy buenos frutos.

La realidad y los datos –los verdaderos– imponen una realidad arancelaria para nuestro país realmente interesante. Según el World Tariff Profiles 2025, México –con una tasa ponderada de 1.6%– ocupa el tercer lugar de los países con menor tasa promedio de aranceles, sólo por detrás de Irlanda y, curiosamente, de Estados Unidos.


Además, aunque Trump ha dicho que la presidenta de México es una mujer bella y la ha acusado de estar atemorizada y estar en manos de los cárteles, lo cierto es que el frente arancelario podría desvanecerse si irrumpen crisis mayores, como por ejemplo un desembarco en Venezuela, la caída de Maduro o el estallido de un nuevo conflicto en Polonia o Hungría.

Ucrania sigue consumiendo la atención del mundo. ¿Cuánto más resistirá esta guerra interminable? Ponga atención y piense en qué es lo que más le conviene a Putin. El presidente ruso se ha convertido en el enemigo jurado de Europa, pero ¿hoy qué es o qué representa Europa?

El canciller alemán, Friedrich Merz, no sólo rearma y ha reinstaurado el servicio militar en un país que –al igual que Japón– tiene una especial predilección por el enlistamiento, las armas, la vestimenta y la jura militar, sino que, como objetivo económico prioritario de esta nueva Alemania, busca convertirse en la primera potencia militar del continente europeo.

¿Y Francia? Dos siglos viviendo del cuento. Nunca pagando la factura de lo que implica sostener la cotidianeidad. Defendiendo –y esa es una de las razones por las que los admiro– su idioma, su estilo de vida y su grandeza. Y esto, a pesar de que, en el fondo, nadie sepa muy bien cuál es el perfume que les permitirá seguir viviendo, ya no de la grandeza de su pasado, sino de las promesas de modernidad y eficiencia que hicieron.

De rebote, Francia fue uno de los principales ganadores de la Segunda Guerra Mundial. No tanto por el país como tal, sino gracias a la obstinación de Charles de Gaulle. Desfiló como vencedora y obtuvo su correspondiente trozo de Berlín. Hoy, segunda economía europea, arrastra déficits elevados y turbulencia política reciente. El déficit de 2024 cerró en aproximadamente 5.8% del PIB y las tensiones fiscales han provocado rebajas de calificación.

El reto francés no es sólo contable ni radica en cambiar cada seis meses de primer ministro; su verdadero problema es social y de integración. En áreas metropolitanas como París o Marsella se acumulan tensiones identitarias y desigualdades que exigen políticas más eficaces de cohesión y seguridad. Hoy, en el corazón francés, late un sinfín de almas árabes musulmanas que sencillamente odian Francia.

La guerra religiosa no tiene mejor representación –ni siquiera en Medio Oriente– como la tiene en el territorio francés. Aunque realmente reducirlo a una guerra religiosa sería simplista, se trata de un problema real que el Estado debe encarar. Hoy, estos árabes musulmanes lo que quieren es recibir la generosa ayuda del gobierno francés y consolidarse hasta llegar a ocupar el país. La Francia que acabó con los templarios y la que tantas hazañas ha consumado a lo largo de su historia es una Francia que tiene sus últimos estertores en manos de los enemigos de su civilización, que son los árabes.

En el sur, España e Italia cargan con dificultades propias. La tercera y cuarta economías europeas hoy también tienen problemas profundos. Italia lidia con presión migratoria y seguridad, aunque la astucia política de Meloni intenta ordenarla con mano firme y tiene la posibilidad de erradicar la ocupación silente y peligrosa del mundo árabe en su territorio.

Por su parte, España vive una transformación demográfica silenciosa por la suma de nacidos en el extranjero y llegadas desde América Latina y el Magreb. En tan sólo 10 años, la población nacida en el extranjero residente en España pasó de aproximadamente 5.88 millones de personas en 2015 a 8.84 millones en 2024. Hoy, los inmigrantes –principalmente provenientes de vientres latinoamericanos y árabes– representan cerca de 20% del total de la población; es decir, casi 1 de cada 5 personas en España nació fuera del país. Entiendo que los españoles seguirán con la práctica de la reproducción, pero la realidad es que son cada vez menos los que nacen y viven en su territorio.

Desde este contexto y perspectiva, usted entenderá que para los grandes jugadores –como, por ejemplo, para el Emperador de todos los tiempos– hay preocupaciones mayores. Para Trump, los aranceles son parte de una maniobra más grande. En este tema es importante entender que a la presidenta Claudia Sheinbaum y al país les irá bien siempre que la actual líder de la ‘4T’ entregue las piezas acordadas y requeridas por el vecino del norte.

No basta con no gritar “Viva la ‘4T’” en la ceremonia del 15 de septiembre. Además, es necesario que las cabezas de los responsables del crimen sean expuestas en las picas de la justicia estadounidense.

El futuro, la estabilidad y el éxito dependen de que cada quien haga su parte. Es un trueque de aranceles por justicia. A México le toca entregar a los culpables y cerrar la puerta a la impunidad. A Estados Unidos, seguir atrasando la imposición arancelaria.

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