Abraham Mendieta: ¿Por qué decidí debatir con un venezolano en el Senado?

El politólogo fue señalado por el grupo parlamentario del PAN por su origen español
El politólogo fue señalado por el grupo parlamentario del PAN por su origen español
Postura.El politólogo fue señalado por el grupo parlamentario del PAN por su origen español
FB / Abraham Mendieta
autor
Abraham Mendieta
Politólogo y maestro en Política Mediática
2019-02-07 |20:13 Hrs.Actualización20:13 Hrs.

Soy un enamorado de la discusión pública de ideas, porque ellas, a diferencia de nosotras y nosotros, no tienen pasaporte, no tienen cargos públicos, no tienen apellido. Las ideas tienen la virtud de no ser únicamente racionales, sino de estar vinculadas a algo más profundo que nos mueve: la convicción y los valores que atesoramos como personas. La confrontación pública de ideas siempre reforzará la democracia, inexistente cuando, como decía Galeano: “estamos obligados a elegir entre lo mismo y lo mismo”.

El Senado de la República no tiene motivo alguno para quedarse atrás: representantes públicos electos, cargos burocráticos, asesores preparados, ciudadanos participativos, periodistas curiosos y hasta cabilderos: el mejor caldo de cultivo para poder debatir, no solo en el hemiciclo, sino hasta en los pasillos y patios, de las cuestiones que nos afectan en la sociedad en la que vivimos, para reconciliarnos en nuestra condición de ciudadanía, para encontrarnos en el acuerdo o en la diferencia, y hacer de las instituciones espacios vivos y nutridos, con fuerza y pensamiento.

Este mundo de ideas y discusión no se detiene por la visita del opositor venezolano Lorent Saleh, y ante su saludo, no perdí la oportunidad de comentarle que, en la rueda de prensa que dió invitado por el PAN, no podía estar de acuerdo con su postura de pedir a un presidente, como es AMLO, que apoyara un golpe de Estado. Para aumentar la honestidad de la discusión, le hice saber que yo tampoco nací aquí y que eso no es impedimento alguno para discutir.

Desgraciadamente, ese elemento fue utilizado personalmente en mi contra por el Grupo Parlamentario de Acción Nacional, que prefirió sacar un comunicado atacando mi pasaporte, y no valorando el intercambio de ideas, que aunque apasionado, podría haber sido profundamente enriquecedor, especialmente con una persona que vino a pedir democracia. Aunque una parte de la conversación se viralizó, donde ambos defendemos con vehemencia nuestra posición, estoy convencido de que no hay nada malo en eso.

Decía el filósofo Antonio Gramsci aquello de “Conmuévanse, porque necesitamos de todo nuestro entusiasmo”. Gramsci fue encarcelado por escribir y defender sus ideas, por demostrarnos que la batalla de la política se daba principalmente en el terreno de las ideas, en el terreno de la cultura. Teniendo a Gramsci como maestro, no puedo más que tener un profundo amor por aquellos que defienden con pasión sus ideas, sin doblarse ante protocolos ni censuras: es por ello que creo que necesitamos seguir abriendo la conversación, desde dentro de las instituciones y desde fuera, sin importar pasaportes, cargos ni colores. Solo me entristece que el Partido Acción Nacional, en vez de fomentar un debate abierto y tolerante, haya decidido censurarme porque mi pasaporte tiene un color distinto al suyo, sin embargo, lo que nunca me podrán impedir, es el profundo orgullo de sentirme mexicano por elección. Y el de ser un demócrata convencido con el intercambio público y apasionado de las ideas.